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¿Es la Economía realmente una ciencia?

Para un economista, ésta es la mejor y la peor época al mismo tiempo. Vivimos en la mejor época porque todo el mundo quiere entender qué le sucedió a la economía y qué es lo que va a pasar luego.

¿Son los problemas en los que estamos inmersos un fallo del mercado o un fallo del gobierno? ¿Está funcionando el plan de estímulo? ¿Fomentarían el empleo recortes de impuestos para las pequeñas empresas? ¿Cuándo mejorará el mercado laboral? ¿Se espera inflación? ¿Importan los déficits?

Muchas preguntas y poco que se pueda responder. Por ello es por lo que también es la peor de las épocas para los economistas. No existe consenso acerca de las causas de la crisis ni de la mejor forma de encararla.

Había galardonados con el Premio Nobel que pensaban que el paquete de estímulo original debería haber sido el doble de grande. Y hay quienes que lo responsabilizan de mantener el desempleo alto. Algunos economistas advierten de hiperinflación mientras que otros nos dicen que no hay que preocuparse.

Esto hace a uno preguntarse por qué la gente lo llama el Premio Nobel en Ciencia Económica. Al fin y al cabo, la mayoría de las ciencias progresan. Nadie en medicina quiere volver a las copas de cristal de plomo. Sir Isaac Newton entendía mucho acerca de la gravedad. Y Albert Einstein nos enseñó más.

Pero en economía, las teorías que una vez fueron desacreditadas vuelven a estar en boga. John Maynard Keynes y la idea de que el gasto del gobierno puede generar prosperidad parecen inmortales. Pensaba que el periodo de estanflación de los años 70 –periodo de estancamiento económico y altas tasas de inflación simultáneamente- había asestado un golpe mortal al núcleo de esta idea. De repente, Keynes vuelve a ser un genio de nuevo. F. A. Hayek, el colega liberal de Keynes con el que discutió ampliamente, también está levantando interés. Asimismo, hay varios monetaristas entre los que elegir. ¿Qué paradigma ofrece la forma “correcta” sobre la que pensar acerca del auge y la recesión? ¿O están todos ellos equivocados?

En el pasado pensé que la econometría -la aplicación de la estadística a cuestiones económicas- aclararía estas disputas y la verdad saldría a la luz. La econometría es con frecuencia usada para medir el impacto independiente de una variable, manteniendo el resto de factores relevantes constantes. Pero con el tiempo he llegado a pensar que hay demasiados factores sobre los que no tenemos datos, demasiadas conexiones entre variables que no llegamos a entender y no podemos modelar o identificar.

He empezado a preguntar a los economistas si me pueden nombrar un estudio que aplicara econometría sofisticada a un tema de políticas públicas controvertido, y que estuviera tan bien hecho que los defensores de un lado tuvieran que admitir que estaban equivocados. No conozco de ninguno. Un economista me dijo que en general mi punto era correcto, pero que su propio trabajo (¡por supuesto!) había sido decisivo al resolver una disputa particular.

Quizás lo que realmente estemos haciendo sea confirmar nuestros sesgos. Ed Leamer, un profesor de economía en UCLA y experto en econometría, lo llama econometría “basada en la fe” (faith-based econometrics). Cuando el debate es sobre “2 billones de dólares adicionales de gasto público” versus “cero”, paramos de ser científicos y nos convertimos en filósofos. ¿Queremos ser más como Francia con un papel más amplio para el gobierno, o menos como Francia?

Los hechos y la evidencia todavía importan. Y los economistas han aprendido algunas cosas que han pasado la prueba del tiempo y sobre las que prácticamente todos estamos de acuerdo –la conexión general entre la oferta monetaria y la inflación, por ejemplo. Pero el arsenal del económetra moderno está vastamente sobrevalorado como un descubridor de la verdad[1]. Prácticamente todos los economistas aceptan los principios fundamentales de la microeconomía -que los incentivos importan, que el comercio genera prosperidad- incluso aunque no estemos de acuerdo en las implicaciones para las políticas públicas. Pero el ciclo económico y la capacidad para sacar a la economía de la recesión puede ser algo que esté más allá de nosotros.

Los defensores de la macroeconomía moderna sostienen que si simplemente estudiamos la economía por un tiempo lo suficientemente largo, pronto seremos capaces de modelarla con precisión y así diseñar mejores políticos. Pronto. Eso me recuerda a la señal permanente en el bar de “Mañana cerveza gratis”.

Deberíamos enfrentarnos a la evidencia de que hoy no somos mejores prediciendo el mañana de lo que fuimos ayer. Después de ochenta años tras la Gran Depresión todavía discutimos acerca de cuáles fueron sus causas y por qué acabó.

Si la economía es una ciencia, es más parecida a la biología que a la física. Los biólogos intentan entender las relaciones de un sistema complejo. Eso ya es bastante difícil. Pero ellos no pueden decirte con precisión lo que le sucederá a la población de una especie particular de ranas si las precipitaciones aumentan este año en una selva particular. Incluso podrían no ser capaces de contar el número de ranas en este mismo momento con ninguna exactitud.

En economía tenemos los mismos problemas. La economía es un sistema complejo, nuestros datos son imperfectos y nuestros modelos inevitablemente fallan en dar cuenta de todas las interacciones.

La conclusión es que deberíamos esperar menos de los economistas. La economía es una herramienta potente, unas lentes para organizar nuestro pensamiento sobre la complejidad del mundo que nos rodea. Eso debería bastar. Deberíamos ser honestos acerca de lo que sabemos, de lo que no sabemos y de lo que puede que nunca sepamos. Admitir eso públicamente es el primer paso hacia ganarnos el respeto.

Artículo originalmente publicado el 26 de Febrero de 2010 en The Wall Street Journal © 2010 Dow Jones & Company. All rights reserved.

Russ Roberts es profesor de economía en la Universidad George Mason, investigador asociado en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, y académico distinguido del Mercatus Center. Presenta el programa semanal de podcasts EconTalk, donde entrevista y conversa con figuras importantes del mundo de las ciencias sociales. Es co-autor del popular blog Café Hayek.

[1] Nota del traductor: para una discusión sobre algunos puntos débiles de la econometría, véanse estos dos enlaces.

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