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Borja Gracia

En la muerte del profesor Tobin

Uno de los economistas mas influyentes y prolíficos del siglo XX acaba de morir. James Tobin era un académico apasionado, que siguió de cerca los abatares de la economía hasta el día de su muerte. Su vida fue tan intensa como su creatividad académica. Desde que llegó en 1950, nunca abandonó la universidad de Yale, a la que tanto ha dado y la que tanto le debe. Siendo joven, le fue ofrecida la dirección de la Fundación Cowles en Chicago y, quizás influenciado por su mujer, rechazó el trasladarse a esa ciudad, con lo que consiguió que la Cowles se trasladara a New Haven (Yale). Tal era la importancia del entonces joven economista. Formó parte del comité de asesores económicos del presidente Kennedy donde representó el espíritu de cambio generacional y juventud que caracterizó a esa administración. Ganó el premio Nobel de economía en 1981.

Cuentan que en los dias de invierno en que la nieve cubría la ciudad, iba al departamento de economía esquiando. La primera vez que vi a James Tobin llevaba puesta una gorra del barco en el que luchó en la Segunda Guerra Mundial interrumpiendo su doctorado en la universidad de Harvard. Sólo un par de operaciónes de cadera hace un par de años, fueron dos pues en la primera el cirujano que le operaba sufrió un infarto, le impidieron asistir a los seminarios y a su oficina en el departamento de economía situado en la calle mas bella de américa según Dickens. Tras reponerse, volvió a los seminarios y conferencias donde demostraba que su mente seguía tan joven y ágil como siempre.

James Tobin fue más que un simple académico, su humanismo y su inteligencia hicieron de él un modelo para muchos economistas que deben mucho de su entusiasmo a este apasionado académico. Le tocó vivir en un momento en que la economía estaba luchando por un lugar dentro de la ciencia académica, y él ayudó con su obra a que ese lugar sea hoy indiscutible. Su espiritu es hoy el del departamento de economía de la universidad de Yale, con lo malo pero sobre todo y abrumadoramente con lo bueno de sus ideas y su obra. Se quejaba últimamente del tecnicismo en el que hemos caido los estudiantes de economía de la última generación, olvidando que le economía pretende interpretar el mundo y hacerlo funcionar mejor.

Su labor académica fue sorprendentemente fértil. Hizo aportaciones de gran importancia en areas tan variadas de la ciencia económica como la macroeconomía, econometría, desarrollo, crecimiento, política monetaria... No evitó la polémica, sobre todo con sus antagonistas idelógicos de la universidad de Chicago, a los que medio en broma medio en serio calificaba de ‘el enemigo’, entiendase académico, claro.

En Europa, James Tobin atrajo cierta actualidad en los últimos años al hacer suya una de las organizaciones anti-globalización más conocidas una vieja propuesta, de los años setenta, sobre la imposición de un impuesto a los moviemientos internacionales de capital. Siempre he pensado que esa propuesta, que no deja de ser un punto marginal en su obra, pretendía resaltar un problema más que imponer una solución. En varias entrevistas, James Tobin negó cualquier cercanía con los anti-globalización, a los que calificaba de revoltosos. De hecho su propuesta no incluía la redistribución de los ingresos generados con la tasa, a los que no daba importacia. La propuesta de la tasa no tenía fines recaudatorios, pretendía simplemente eliminar una ineficiencia, no generar otra. La falta de rigor académico y simpleza en la que caen las organizaciones anti-globalización son el exacto antagonismo de lo que James Tobin representa en cuanto a rigor académico y honradez intelectual.

El pasado año, Yale celebraba su trescientos cumpleaños. James Tobin ha sido uno de los protagonistas más destacados de los últimos cien años de esta institución más vieja que los propios Estados Unidos. El expresidente de México y doctor en economía en Yale en los años en que Tobin era decano de dicha facultad, Ernesto Zedillo, realizó una conferencia sobre los retos del futuro en un mundo globalizado. Cuando Zedillo afirmó que la solución no era menos globalización sino más, Tobin aplaudió desde la primera fila. Espero que una vida tan intensa y una obra tan brillante no queden reducidos en el recuerdo de muchos a una idea anecdótica y una manipulación grosera. James Tobin merece mucho más como economista pero sobre todo como persona.


Borja Gracia ha sido alumno de James Tobin


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