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Borja Gracia

¿Por la paz o contra esta guerra?

En las últimas semanas se ha hecho patente un creciente distanciamiento entre las opiniones públicas de Europa y de Estados Unidos en torno al conflicto Iraquí. Desde una perspectiva americana me parece lógica esta diferencia. El argumento de que algún día en un futuro cercano armas de destrucción masiva provenientes de Irak pueden acabar en manos de terroristas fundamentalistas cala en la opinión pública americana y sin embargo resulta inverosímil en la europea. La razón es simple, de suceder, el objetivo casi con toda probabilidad sería una ciudad de los Estados Unidos de América no de Europa.

La última grabación de Osama Bin Laden en la que éste manifiesta que se puede luchar al lado del infiel Sadam si esta lucha es contra los EEUU reivindica a Collin Powell, cuyo argumento es que la combinación de regimenes sátrapas con armas de destrucción masiva y terroristas fanáticos es intolerable después del 11 de septiembre. La posición americana es clara, Sadam es un problema y tarde o temprano habrá que enfrentarlo.

Frente a esta posición frentista se sitúa la vieja Europa que reconoce (no todos) que Sadam es un problema pero no considera que sea una prioridad enfrentarlo. Millones salieron a las calles por la paz como millones recibieron el acuerdo de Munich con júbilo y consideraron a Churchill un belicista que había perdido el tren de la historia. Las situaciones no son comparables, pero sí sirve para desechar ese argumento simplista del que se esta abusando en estos días de “guerra no”, ahora ni nunca, pase lo que pase.

Sadam sólo ha aceptado nuevas inspecciones cuando ha existido una amenaza militar creíble, sin ella las rechazó. Coincidiendo con reuniones del Consejo de Seguridad, el gobierno Iraquí se vuelve más colaborador. Indicando el día antes la aceptación incondicional de las resoluciones de Naciones Unidas y el día después las condiciones de la aceptación incondicional. Y así llevamos doce años ya.

Por eso sorprende la lectura del manifiesto de la multitudinaria manifestación en Madrid contra la guerra. Tanto por lo que dice como por lo que no dice. En ningún momento habla de la paz, de hecho nunca se menciona tal palabra, y más sorprendente aún, en ninguna ocasión se menciona tampoco a Sadam ni se le responsabiliza de la situación actual ni de las penurias de ‘su’ pueblo, víctima, eso sí, del imperialismo americano y de las sanciones económicas impuestas por Naciones Unidas. Considera verdades probadas que Sadam no posee armas de destrucción masivas y que Estados Unidos interviene para apoderarse del petróleo iraquí. Saben algo Almodóvar, Fernán Gómez, Bardem y el resto de la tropa…que ignora Blix y el resto del mundo.

Hay un problema con tales posiciones. No requieren de argumentos. Cómo habría que actuar si las inspecciones resultan inútiles es una pregunta a la que no hay que responder, ya que las acusaciones lanzadas por EEUU y el Reino Unido sobre la reanudación de los programas de armas de destrucción masiva por parte de Iraq han resultado ser falsas, meras excusas para justificar una nueva guerra. Aún peor, se deslegitima explícitamente una resolución de Naciones Unidas que apruebe el uso de la fuerza afirmando que esta es una guerra inmoral e ilegítima que ninguna resolución de Naciones Unidas podrá legitimar. Sorprende el poco respeto que muestran por la legalidad internacional los que no dudaban en exigir su cumplimiento cuando ésta coincidía con sus tesis. Claro ejemplo de comportamiento democrático.

Un argumento extendido (y perverso) contra la guerra es el del número de víctimas y la reacción terrorista que provocaría. Independientemente de que existan o no armas de destrucción masiva, independientemente de que halla relación entre Irak y Al_Qaeda, independiente de todo, como en la guerra habrá muertos y los terroristas pondrán bombas, la guerra no está justificada. Al oír este argumento me viene a la cabeza aquello de ‘cualquiera que sean las relaciones entre Batasuna y ETA’ la ley de partidos provocará violencia.

Está claro que a algunos no se les puede negar coherencia. Pero a otros sí. ¿Dónde estaban los millones que se manifestaron contra esta guerra en nombre del pueblo iraquí cuando en nombre del comunismo murieron 20 millones de personas en la Unión Soviética, 65 millones en China, 1 millón en Vietnam, 2 en Corea del Norte, 2 en Camboya, 1 en Europa Oriental, 1.7 en África… hasta un total de mas de 100 millones (cifras estimadas en el Libro Negro del Comunismo y no rebatidas hasta ahora)? ¿Dónde estaban cuando Sadam asesinaba a los suyos probando y perfeccionando sus armas químicas?

Los argumentos faltan, porque, en muchos casos, desgraciadamente no existen. En otros casos, posiciones teóricamente a favor de la paz esconden una posición ideológica contraria a lo que Estados Unidos pueda representar. Javier Bardem, uno de los actores más activos en estos últimos tiempos, manifestaba en una entrevista hace unos meses, ‘creo que tanto Pasionaria como Reinaldo Arenas son personajes apasionantes, seres con una moralidad y ética tan insobornables que no pueden contradecirse el uno al otro. Si ellos hubieran tenido la oportunidad de conocerse, estoy seguro de que se entenderían porque ambos defendían la libertad sobre todas las cosas.’ Vaya aquí un ejemplo de la libertad que defendía la Pasionaria expresado por ella misma en un mitin en Valencia: ‘más vale condenar a cien inocentes que absolver a un solo culpable.’ ¿Exactamente de qué concepto de libertad habla Javier Bardem? ¿Qué considera moralidad y ética insobornables? ¿Qué valor hay que dar entonces a sus palabras cuando dice que Bush y Aznar han decidido salir a matar? ¿Y cuando dice “no a la guerra”?

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