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Borja Prieto

Ilusionismo y escamoteo

Lo que Zapatero deberían decir es que se puede dar el caso de que algunos padres tengan que pagar parte del portátil, después de que todos los demás, padres y no padres, hayamos pagado el resto con nuestros impuestos.

¿Han visto alguna vez actuar a un ilusionista experto en escamoteo? Es esa especialidad que consiste en quitar objetos (carteras, relojes, móviles) al espectador mientras se le distrae con palabrerías o gestos. Así como Houdini fue el mejor escapista y Tamariz es insuperable con las cartas, Zapatero ha elevado el escamoteo a la categoría de arte.

Entre las últimas medidas anunciadas por el ilusionista de La Moncloa, la de proporcionar ordenadores a los niños de quinto de primaria es una muestra de escamoteo magistral. Mientras habla de banda ancha, pizarras electrónicas, portátiles y nuevas tecnologías, está quitándonos el dinero del bolsillo. Ha dicho la secretaria de Estado para la Educación, Eva Almunia, que "se puede dar el caso de que algunos padres paguen una parte". No, señora Almunia. Lo que usted y Zapatero deberían decir es que se puede dar el caso de que algunos padres tengan que pagar parte del cacharro, después de que todos los demás, padres y no padres, hayamos pagado el resto con nuestros impuestos.

Le resulta muy sencillo al escamoteador aligerarnos los bolsillos, porque el público sigue a la mano que distrae, embobado con la palabrería de los "ordenadores gratis para los niños". Y todos a discutir sobre si deben llevar software libre, si Microsoft está maniobrando para colocar unos cuantos Vistas de esos que la gente no quiere ni regalados, si hay o no suficiente material educativo en formato electrónico... y mientras, Zapatero se ha quedado con nuestro reloj y nuestro móvil.

Aunque tengo hijos en edad escolar y unos cuantos ordenadores en casa, todavía no tengo claro si son útiles o no en la educación. Pero es que tampoco importa demasiado. Si en este país hubiera libertad de enseñanza, habría colegios que ofertarían una educación puntera basada en las nuevas tecnologías con portátiles, pizarras electrónicas e Internet hasta en el recreo. Otros podrían ofertar una base más sólida en humanidades, o en ciencia. Los padres elegiríamos lo más adecuado para nuestros hijos, el que quisiera ordenadores los pagaría, y todos felices.

Pero claro, el político no podría entonces ilusionarnos con regalarles a nuestros niños un ordenador, ni podría escamotearnos la cartera para pagarlo.

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