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Bruce Bartlett

El sostén de Bush

El 18 de noviembre, el gobierno de Bush anunció la imposición de nuevas restricciones a las importaciones de textiles de China. Aunque la excusa es proteger puestos de trabajo industriales en EEUU, los expertos no creen que se logre mucho. El verdadero impacto será enriquecer más a unos cuantos empresarios republicanos, protegiendo sus empresas de la competencia, a la vez que afectará particularmente a los más pobres, haciendo que paguen más por su ropa. Se trata de una decisión política injustificable y vergonzosa.
 
La petición que culminó en esta nueva restricción del comercio internacional provino de cuatro grupos textiles, encabezados por el magnate republicano Roger Milliken, alegando que las importaciones de China “amenazan con impedir el desarrollo ordenado del comercio, causando graves trastornos en el mercado de EEUU”. Ninguna prueba fue suministrada en respaldo de tales alegatos. El mero hecho de que las importaciones de textiles chinos hayan estado aumentando en los últimos años es legalmente insuficiente como prueba de trastornos al mercado. Esa petición tendría que haber sido rechazada por el gobierno.
           
La restricción más absurda es la que se aplica a los sostenes (prenda interior femenina), ya que nadie en EEUU los fabrica. Algunos componentes son hechos aquí, pero se exportan a América Latina, donde son manufacturados. Y se hace así sólo porque la ley requiere un grado de contenido local para evitar barreras a la importación del producto terminado. Es decir, se trata de un arreglo totalmente artificial y la realidad es que el 100% de los sostenes de mujeres son importados y no existe una industria nacional.
           
Tampoco hay evidencia de que China tenga un mercado interno protegido, lo cual sería otra razón para justificar la acción. Aunque China tendrá un superávit comercial con EEUU de más de 100 mil millones de dólares este año, el FMI estima que el superávit total chino no será superior a 25 mil millones de dólares. Es decir, el comercio internacional de China muestra un déficit con el resto del mundo. El FMI también rechaza la noción de que China esté manteniendo subvaluada su moneda para estimular las exportaciones y dificultar las importaciones. Según el FMI: “No existe una evidencia clara de que el renminbi esté sustancialmente subvaluado”.
           
Visto por sí sólo, esta nueva restricción no tendrá mucho impacto, ya que se aplica a sólo unos 10 mil millones de dólares en importaciones, pero es una barrera más en la protección comercial que ya le está costando al pueblo de EEUU miles de millones de dólares al año.
           
Un nuevo informe de Consumers for World Trade (Consumidores a favor del comercio mundial) mide el impacto de las barreras comerciales contra las familias norteamericanas y concluye que hacen más daño a aquellos con bajos ingresos. La razón es que los pobres compran más los productos protegidos. Y cada familia se ahorraría 238 dólares al año si se abolieran todas las restricciones a las importaciones.
           
El Progressive Policy Institute informa que “los aranceles son más altos en los bienes importantes para los pobres”. Por ejemplo, el arancel de 48% que se aplica a los zapatos de goma que cuestan 3 dólares o menos. Esos zapatos baratos los compran sólo los pobres, quienes tienen que pagar $4,79 en vez de $3,23, que sería el precio sin el arancel.
           
Además, el proteccionismo provoca represalias. Al día siguiente del anuncio de esta nueva protección para las telas, China canceló el viaje de una misión comercial que probablemente hubiera culminado con la compra de miles de millones de dólares. Ultimamente, China ha mostrado interés en aumentar sus importaciones de EEUU, incluyendo aviones Boeing, turbinas General Electric, productos agrícolas y químicos, como también equipos de telecomunicaciones. Tales compras representan mucho más y crearían trabajos mucho mejor pagados que los de la industria textil, pero probablemente los chinos ahora buscarán suministradores en Canadá y Europa
           
La administración Bush siempre ha mostrado un pésimo juicio en cuestiones de comercio internacional. Los aranceles al acero costaron más puestos de trabajo entre las empresas que compran acero que los que salvaron en las siderúrgicas y los subsidios agrícolas imposibilitaron la firma de acuerdos comerciales multilaterales. Desde el punto de vista del comercio internacional, éste ha sido el peor gobierno desde que el presidente Herbert Hoover firmó en 1930 la ley de aranceles Smoot-Harvey que fue una de las causas de la Gran Depresión.
 
©  AIPE
 
Bruce Bartlett es economista y académico del National Center for Policy Analysis (NCPA) de Washington.
 

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