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Byron York

El gran problema de los demócratas

Es el dilema de estar en la oposición en tiempo de guerra. Al apostar tanto de su capital político en ese asunto, Reid y Pelosi han invertido en el fracaso de Estados Unidos. Un éxito arruinaría sus planes.

El debate sobre Irak que hemos estado viviendo este año ha consistido en dos apuestas. Por un lado, tras diversos intentos fallidos y esperanzas equivocadas durante los años 2004, 2005 y 2006, George W. Bush está apostando a que su estrategia de incremento gradual de tropas facilite el progreso político que pueda conducir a una apariencia de estabilidad para Irak. Por el otro, el líder de la mayoría en el Senado Harry Reid y la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi han apostado por el fracaso del aumento de tropas. Es tan simple como eso.

Si Bush gana su apuesta, Irak será un lugar mejor, Oriente Medio será un lugar mejor y Estados Unidos será un lugar más seguro. Pero Reid y Pelosi perderían si Bush ganase. Teniendo en cuenta la posición en la que se han colocado, el mejor resultado posible para ellos es que el general David Petraeus presente un informe pesimista sobre la nueva estrategia cuando comparezca ante el Congreso en septiembre. Eso le daría una fuerza tremenda a quienes quieren una retirada norteamericana de Irak lo más pronto posible.

Es el dilema de estar en la oposición en tiempo de guerra. Al apostar tanto de su capital político en ese asunto, Reid y Pelosi han invertido en el fracaso de Estados Unidos. Un éxito arruinaría sus planes.

Puede sonar duro. Pero lea simplemente lo que el congresista demócrata James Clyburn ha declarado al Washington Post. El diario informaba de que muchos demócratas "habían previsto que, en el mejor de los casos, Petraeus y el embajador norteamericano en Irak Ryan Crocker presentarían un análisis con su lado bueno y su lado malo del éxito de la actual estrategia de incremento gradual de efectivos, teniendo en cuenta la continua violencia en Bagdad". Pero ahora, continuaba diciendo el Post, "ha habido señales de que los mandos de las fuerzas norteamericanas podrían estar preparando algo más positivo en general". Y eso, declaró Clyburn al rotativo, sería "un gran problema para nosotros".

Los comentarios de Clyburn son el reverso tenebroso de lo que declaró Reid en abril: "Vamos a conseguir varios escaños del Senado como resultado de esta guerra. El senador Schumer me ha mostrado cifras convincentes y asombrosas". Charles Schumer también dijo entonces: "Si mira las cifras de popularidad de los senadores republicanos, verá que la guerra de Irak es un importante peso encadenado a sus tobillos". En consecuencia, predecía Schumer, algunos republicanos se enfrentaban a su "extinción" mientras los demócratas recaban más escaños.El éxito norteamericano en Irak podría dar al traste con todo eso.

Es una posición terrible para los demócratas, que podrían haber evitado si hubieran dado tiempo a la nueva estrategia para ver si fracasaba o tenía éxito. Pero pusieron todos los huevos en la cesta de la derrota antes incluso de que Petraeus se pusiera en marcha.

Ese es el motivo de que hayamos visto críticas tan frenéticas a lo que probablemente sea la columna más debatido del año, el artículo del New York Times titulado Una guerra que podríamos ganar, de Michael O' Hanlon y Kenneth Pollack.

Los autores, ambos de la Brookings Institution, fueron tempranos partidarios de la guerra y más tarde críticos de la gestión de Bush de ella. Ahora, escriben que "por fin estamos llegando a alguna parte en Irak, al menos en términos militares" y ven la posibilidad de "una estabilidad sostenida con la que tanto nosotros como los iraquíes nos podríamos conformar".

Podrían equivocarse; en el quinto año de esta guerra, cualquiera que no sea profundamente escéptico con los informes de progreso simplemente no está siendo realista. E incluso si el incremento funciona, los partidarios de la guerra pueden tener toda la razón en estar enfadados con Bush por no haberlo hecho hace años. Pero al menos no estarán apostando,  no habrán puesto sus esperanzas en el fracaso norteamericano. ¿Quién querría hacer eso?

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