Hugo Chávez se dio un baño de multitudes en Madrid. La Universidad Complutense le otorgó una medalla de algo por su notable contribución a la cultura iberoamericana -supongo-, y recibió el aplauso de esa trasnochada izquierda antidemocrática española a la que el discurso del disparatado golpista venezolano le funciona como una especie de viagra ideológico. Chávez dice "imperialismo yanqui" y a esos tipos se les ponen los ojos en blanco. Chávez grita contra Aznar, el neoliberalismo y el Fondo Monetario, y entonces se produce el orgasmo.
¿De dónde vienen esas fervorosas adhesiones y cómo se articulan? No hay que ser un lince para descubrirlo: entre los muchos servicios que le presta la dictadura cubana a su aliado y petroprotector venezolano está esa infraestructura de palio e incienso con que se arropa y legitima a las "carismáticas figuras revolucionarias que luchan por un mundo sin injusticias". Castro es el maestro y principal beneficiario de esas tenaces orquestaciones.
Una de las funciones principales de las embajadas cubanas en el mundo es tejer esa trama de complicidades y apoyos. Para eso existe, por ejemplo, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, un organismo calcado del viejo modelo soviético, vinculado a la inteligencia, cuya función es agrupar a los partidarios para que incidan en la opinión publica de sus respectivos ámbitos de actuación mediante actos, declaraciones, y manifestaciones de diversos tipos. Son los llamados "agentes de influencia", y se les estimula con dinero, invitaciones, publicaciones o simples gestos de amistad. Todo depende de las preferencias psicológicas del agente, algo que debe descubrir el oficial a cargo de su "caso".
Todo ese paciente trabajo de propaganda se inscribe dentro de un "Plan general proyección de la revolución" que se formula año tras año y se revisa metódicamente cada seis meses. El objetivo, en el caso cubano, es muy simple: propagar la imagen de una revolución heroica que lucha contra el "bloqueo" de Washington para poder sostener unos vastos programas sociales de salud, educación y deportes. Todo lo que directa o indirectamente refuerce esa imagen es bienvenido. Todo lo que la desvíe o empañe es obra, por supuesto, de la siniestra CIA o de los canallas del Pentágono.
En el caso venezolano seguirán exactamente la misma ruta y los agentes de influencia serán más o menos los mismos: los viejos estalinistas del PC y de Izquierda Unida, ex terroristas del entorno de ETA, marxistas de la alegre variedad "saltamuros antifascistas", independentistas radicales y, cómo no, intereses económicos de la derecha que obtienen u obtendrán beneficios por sus inescrupulosos vínculos mercantilistas con el gobierno de Chávez.