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Carlos Echevarría

Lo que Osama Ben Laden deja atrás

Muerto Ben Laden, ahora el problema es seguir sufriendo los zarpazos de sus cachorros, quienes no sólo querrán vengar su muerte sino sobre todo ensalzar su ejemplo y mantener y ampliar su legado.

Eliminado en la madrugada del 2 de mayo por fuerzas especiales estadounidenses a 100 kilómetros de Islamabad, Osama Ben Laden deja tras de sí un terrible legado. Además de valorar la labor de inteligencia que hay tras esta operación –pues al líder de Al Qaeda se le buscaba con ahínco desde años antes del 11-S– lo importante ahora es analizar lo que deja como herencia un líder cuya desaparición, y a diferencia de otras organizaciones terroristas, no va a conllevar ni la desaparición ni el debilitamiento de su red.

Si algo ha logrado este terrorista apátrida, hijo de yemení y siria y ciudadano saudí despojado de su nacionalidad por osar reprender a su Rey, ha sido crear primero una eficaz red terrorista global, Al Qaeda (La Base), y convertirla después en un imán capaz de atraer a grupos terroristas islamistas, algunos preexistentes al suyo, para formar una tupida malla letal que es la mayor pesadilla en términos de seguridad a la que se han enfrentado nunca fuerzas de seguridad y agencias de inteligencia del mundo entero. Estando considerada Al Qaeda como una organización terrorista descentralizada, horizontal y prácticamente acéfala, sí es cierto que tanto Ben Laden como Ayman Al Zawahiri, su "número dos" y probable sucesor en términos tanto de visibilidad como de inspiración terrorista, representaban la cúspide de "Al Qaeda central", es decir, ese "estado mayor" terrorista que habría estado ubicado en Pakistán desde su huida de Afganistán en el otoño de 2001.

Ben Laden habría sido eliminado por comandos, bien del Seal o bien de las fuerzas especiales de la CIA, y su cadáver arrojado al mar, algo que, aparte de evitar la mediatización de su cadáver y del siempre arriesgado destino final de éste, cumple respetuosamente con las creencias musulmanas: en el islam, el mar es el conducto más apropiado hacia el más allá y ser arrojado a él no puede ser interpretado como acto de humillación o de desprecio. Evitar que su tumba o su supuesta tumba se convirtiera en lugar de peregrinación era importante en la planificación de la operación: recordemos que "boinas verdes" estadounidenses participaron en la eliminación del Che Guevara, en Bolivia en 1967, y que, aunque fue enterrado en secreto, al final su tumba fue localizada. Con Ben Laden no ocurrirá lo mismo, y de paso se le ahorran quebraderos de cabeza a las autoridades paquistaníes. Con la radicalización imperante en ese país asiático, incluso en algunos sectores del propio Estado, agilizar los trámites lo más posible es muy de agradecer.

Muerto Ben Laden, ahora el problema es seguir sufriendo los zarpazos de sus cachorros, quienes no sólo querrán vengar su muerte sino sobre todo ensalzar su ejemplo y mantener y ampliar su legado: siendo rico, renunció a las comodidades por el yihad guerrero y siendo un experto en organización económica, diplomado por la Universidad de Yeddah e hijo de un gran constructor e inversor, puso sus conocimientos al servicio de una empresa letal que a buen seguro le sucederá.

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