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Carlos Pérez Gimeno

La espectacular boda de Victoria de Suecia

La Princesa Leticia, como siempre con un diseño de Felipe Varela, no acertó ni con el traje, que no decía nada, ni con el peinado, que era un horror, con unas trenzas espantosas. ¿Por quién se dejaría aconsejar?

Ni qué decir tiene que Suecia se ha volcado con la boda de su futura reina. Desde primeras horas de la mañana, los ciudadanos se lanzaron a la calle para coger buen sitio y poder disfrutar de ese día tan señalado. Casi 7 kilómetros de recorrido para saludar al pueblo, una organización impecable, labor nada fácil para que todo salga a la perfección, con 1200 invitados y la asistencia de muchos miembros de casas reales europeas.

La Princesa Victoria, la gran protagonista, apareció muy elegante con un vestido diseñado por Par Engsheden que fue todo un acierto, en seda color crudo y escote barco. Muy marcado a la altura de la cintura y una gran cola de más de 3 metros. La tiara que escogió fue la misma que lució su madre, la Reina Silvia, para su boda con el Rey Carlos Gustavo, compuesta por 7 camafeos, oro y perlas. Una verdadera joya, regalo del Emperador Napoleón a su esposa Josefina.

Tanto a Victoria como al que ya hoy es su esposo, el que fuera su entrenador personal, Daniel Westling, se les vio en todo momento muy emocionados y con gran complicidad entre ellos, sobre todo cuando estaban en plena ceremonia y la Princesa Victoria le guiñó un ojo. Se escuchó, además de música clásica, una canción del grupo Abba compuesta para la ocasión por Benny Andersson. Era la primera boda Real del siglo en Suecia, sín olvidar que tambien es la primera de una princesa heredera al trono.

El día amaneció nublado pero no llegó a llover, de esa manera se pudo ver con todo lujo de detalle la llegada de los invitados y, sobre todo, poner más atención a los diferentes miembros de las casas reales. Dos de las primeras en llegar a la Catedral de San Nicolás fueron nuestras Infantas Elena y Cristina, acompañadas por el Duque de Palma Iñaki Urdangarín. La Duquesa de Lugo, aparte de lucir la misma tiara que escogió para el día de su boda, llevaba un traje muy atrevido de Lorenzo Caprile en color fucsia, falda con un gran vuelo, y en la parte de arriba, una torera bordada y el pelo recogido en un moño y cubierto con madroños. No podía estar más favorecida. Su hermana Cristina eligió al mismo diseñador, y se decantó por un traje más normal en tonos verdes y una tiara maravillosa de brillantes. La Princesa Leticia, como siempre con un diseño de Felipe Varela, no acertó ni con el traje, que no decía nada, ni con el peinado, que era un horror, con unas trenzas espantosas. ¿Por quién se dejaría aconsejar? Nada que ver con el Príncipe, que iba de uniforme muy elegante. De la Reina, lo que más destacaba era la tiara que perteneció a La Chata. Eligió un traje drapeado con encaje en tonos rosa claro. Digno.

No es por nada pero la representación española fue la mejor, sin comparación. Y digo esto porque no se puede ser más cateta que Mary Donalson de Dinamarca, Mette-Marit de Noruega, al igual que su cuñada, la Princesa Marta Luisa, ni qué decir las de Holanda, exceptuando a Máxima. Por parte de Inglaterra, la Duquesa de Wessex iba como siempre de rancia, ya podrían fijarse un poco y tener mejor gusto. Espléndidas, Rania de Jordania en azulón y perfectamente peinada, y, como siempre, Rosario Nadal, que llegó con Kyril de Bulgaria, grandes amigos de la novia. ¿Habrá reconciliación? Magdalena de Suecia, muy guapa, hizo su primera aparición pública después de la ruptura con su novio Jonas Bergström a causa de las infidelidades del abogado.

No solamente hay que fijarse en las mujeres, porque hay hombres que tampoco saben vestirse por muy príncipes que sean y me refiero a Alberto de Mónaco, con esa chaqueta blanca, que recordaba a los camareros de aquella serie que se llamaba "Vacaciones en el mar". Llegó con la nadadora Charlene Wittstock, la iba presentando como su novia, aunque de momento la Casa Real del Principado no haya hecho ningun comunicado anunciando el compromiso. Ya se sabe que a ese principado de casino con esos representantes no hay que tomárselo muy serio. Si al menos hubiera ido Carolina... su aparición siempre levanta más expectación que la de su hermano, que está cada día más redondo. Un poco de ejercicio no le vendría mal, en vez de tanto casino.

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