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Carlos Rodríguez Braun

Aborto y pobreza

nada sacude el prestigio de la ONU, donde las tiranías más genocidas y los gobiernos menos recomendables campan por sus respetos y comparten la disparatada corrección política que ve en la interrupción del embarazo la forma de superar la miseria

Es políticamente correcto cantar las alabanzas de la Organización de las Naciones Unidas. En realidad, la ONU es ineficiente, onerosa, reaccionaria y corrupta. La última prueba de que sus mensajes suelen ir contra la libertad y la responsabilidad pudo leerse esta semana en La Razón, que informó: “La ONU propone el aborto libre para acabar con la pobreza”.
 
Hay bobadas que se resisten a desaparecer. Estos burócratas de la ONU vienen desde hace décadas insistiendo en el camelo reaccionario de que la culpa de la pobreza es de los pobres, porque son muchos: si fueran menos, tocarían a más. La solución, pues, es el control de la natalidad.
 
Nada de esto se tiene en pie, y tanto la teoría como la práctica sugieren que en ningún caso los países controlan la natalidad y como consecuencia dejan atrás la pobreza. La verdad es la contraria: los países dejan atrás la pobreza y como consecuencia controlan la natalidad. Y hay una diferencia crucial entre ciudadanos que deciden tener más o menos hijos dentro de una paternidad responsable y libre, y ciudadanos que son artificialmente incentivados por el Gobierno a tener menos hijos, mediante un intervencionismo que va desde el “aborto libre y gratuito”, siniestra consigna supuestamente progresista, hasta toda suerte de coacciones y crueldades como las perpetradas por la dictadura comunista china.
 
Pero nada sacude el prestigio de la ONU, donde las tiranías más genocidas y los gobiernos menos recomendables campan por sus respetos y comparten la disparatada corrección política que ve en la interrupción del embarazo la forma de superar la miseria.
 
Sandro Magíster, del semanarioL’Espresso, declaró: “los representantes de la Santa Sede en la ONU son frecuentemente tratados allí como el ‘enemigo público número uno’”. Impresionante: Cuba y Libia brillan en la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU, las dictaduras más siniestras proliferan y dan lecciones, pero quien es mirado con recelo es ¡el Vaticano!

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