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Carlos Rodríguez Braun

Carbón, diamantes, repuntes

Si las riquezas naturales, como sucede en tantos países de África y otros lugares, no redundan en beneficio de la comunidad es porque el marco institucional lo impide, y no por ninguna maldad intrínseca de unos pérfidos extranjeros.

Leo en La Razón que el Gobierno de Castilla y León, con apoyo de sindicatos y empresarios, exige que continúen las ayudas al carbón, porque, "el sector minero da de comer en Castilla y León a más de cuatro mil familias". A propósito de Naomi Campbell y los diamantes liberianos, el mismo diario aludió a la supuesta maldición de los recursos naturales con este titular: "El 90% de los beneficios generados por la industria y la producción del continente cae en manos extranjeras". Por su parte, El País tituló: "El repunte pierde vigor en EE UU por la balanza comercial".

Por más acuerdos sociales en los que confluyan políticos, sindicalistas y empresarios, las ayudas al sector del carbón significan que los ciudadanos están siendo forzados a pagar a unos "sectores" incapaces de vivir sin esa coacción. Salvo que uno piense que los impuestos no tienen ningún impacto negativo de ninguna clase, lo que es un disparate, no hay forma de probar seriamente que esas ayudas al carbón dan de comer a nadie, porque lo cierto es que la comida que dan a unos ha sido arrebatada a otros.

Y pensar que tener diamantes es perjudicial equivale a un arrebato extravagante. Si las riquezas naturales, como sucede en tantos países de África y otros lugares, no redundan en beneficio de la comunidad es porque el marco institucional lo impide, y no por ninguna maldad intrínseca de unos pérfidos extranjeros. El propio reportaje de La Razón daba cuenta de ello, porque después de aludir al 90% de las ganancias que "cae" en manos extranjeras aclara que el 10% restante sirve "para engordar a la elites, y en buena parte para financiar a las guerrillas y milicias".

Hablando de caer, el de El País cae en vetustas falacias mercantilistas. Sigue sin titubear al Gobierno estadounidense, que se precipitó a atribuir la desaceleración de la economía entre abril y junio a la balanza comercial. Sandro Pozzi escribe que como las importaciones crecieron más que las exportaciones "este desfase acabó restando 2,8 puntos porcentuales al crecimiento". Acabáramos, don Sandro. Ya hemos descubierto nuevamente el Mediterráneo: si las importaciones restan puntos al crecimiento, entonces hay que frenarlas, limitarlas o, mejor aún, directamente prohibirlas, y hala, a repuntar con vigor.

Nota al margen. Según Sandro Pozzi, en el segundo trimestre el crecimiento en EE UU se moderó "al crecer un 0,6 %, que en tasa anualizada sería el 2,4 %". La tasa anualizada sería del 2,42 % (para anualizar una tasa trimestral se suma la unidad a dicha tasa, se eleva el resultado a la cuarta potencia, porque cuatro es el número de trimestres del año, y se resta uno del resultado). Si la diferencia entre 2,4 y 2,42 no es muy grande es porque el porcentaje de crecimiento es pequeño, pero el mismo razonamiento equivocado que lleva a aplicar operaciones aritméticas sencillas directamente a porcentajes puede dar lugar a abultadas desviaciones del resultado correcto en otros casos.

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