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Carlos Rodríguez Braun

Caruana, salarios y beneficios

Siempre hay una primera vez, pero nunca se puede afirmar con seguridad que un disparate será proclamado por última vez. En su primera comparecencia en el Congreso el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, aseguró que uno de los requisitos para el control de la inflación era la “moderación” de los salarios y de los beneficios. ¡Viva Alfonso Guerra! gritaron los padres de la Patria.

En efecto, el socialista andaluz proclamó hace años que había que aplicar a los beneficios una “ley de hierro” como la de los salarios.

Antes de precipitarnos contra Guerra, bueno es recordar que él no hizo más que generalizar la keynesiana prédica del Banco de España, con su énfasis constante en la moderación salarial como llave antiinflacionaria. Con la boca pequeña, las autoridades monetarias confiesan que esta bobada se les ocurre después de descartar la liberación del mercado de trabajo y la reducción del gasto público. Y lo que no brota de sus labios nunca es ningún reconocimiento de su responsabilidad. Informaron los medios que Caruana “alertó sobre el todavía elevado crecimiento del crédito al sector privado” ¡como si la banca central española o europea fuera perfectamente inocente del desaguisado!

Por cierto, la “ley de hierro” (o bronce) de Alfonso Guerra no tenía nada que ver con el original, acuñado por el socialista prusiano Ferdinand Lassalle en 1863, y que por supuesto no aludía a ningún control oficial, que es a lo que apuntaba Guerra, sino a la vieja y equivocada idea clásica y marxista de la tendencia ineluctable de los salarios hacia el nivel de subsistencia.

Lassalle, tras apoyar significativamente a Bismarck (el antiliberalismo de ambos los unió), murió poco después, y sin haber cumplido aún los 40 años, en un duelo con un antiguo novio de una señorita con la que quería casarse. Destino esquivo.

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