Leo en ABC que la ministra Carme Chacón declaró sobre los precios de la vivienda: “Nuestro trabajo es que sigan moderándose, hasta que lleguen a subir como suben el resto de las cosas”. Siendo Chacón una persona inteligente, la pregunta es: ¿cómo se le pudo ocurrir la bobada de que las cosas y las casas deben subir, y además en idéntica proporción?
Los socialistas de todos los partidos adolecen de la milenaria simplificación antiliberal que consiste en creer que los gobernantes deben y pueden controlar los precios. Un somero análisis económico demuestra que esto es disparatado, indeseable y azaroso. Los órdenes económicos complejos, en efecto, son resultado de incontables preferencias y decisiones individuales, que se traducen en precios cuya evolución igualitaria es absurda.
Además, ¿quién le ha dicho a Chacón que lo deseable es que las casas suban como las demás cosas? Sin ir más lejos, ¿no se le ocurrió que lo bueno es que los precios no suban sino que bajen, en particular los de aquellos bienes más importantes o necesarios para los ciudadanos? Personalmente pienso que lo mejor es que suban los salarios y bajen los precios, pero igual eso molesta a la mentalidad uniformizadora y planificadora de doña Carme.
Finalmente, es preocupante que la ministra, como todos los políticos, fantasee con que puede intentar controlar los precios sin que su acción tenga consecuencias perniciosas no previstas ni deseadas. ¿De verdad piensa que el Gobierno puede interferir en los mercados sin que esto genere costes y perjuicios para nadie?
