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Carlos Rodríguez Braun

El pensamiento único y el modelo liberal

Si en un mercado cualquiera las empresas que allí operan son un número equis, no tiene sentido decir, como habitualmente se dice, que esas empresas controlan el mercado, en el sentido de que dominan a sus clientes y preponderan sobre su libertad de elegir

Leo en El País sobre la crisis alimentaria: "La culpa, subrayan diversas ONG, no es tanto de los países sino de un modelo liberal en el que mandan las multinacionales y los intermediarios... Marco de Ponte, secretario general italiano de Ayuda en Acción, ha hecho pública la lista de las cinco empresas que controlan más del 80% del mercado de cereales". Vemos aquí una norma del pensamiento único: jamás considera qué papel económico y no económico puede cumplir el poder político. Simplemente, no aparece.

Así sucede con las ONG, cuyo nombre mismo niega al Gobierno, aunque paradójicamente el Gobierno es responsable de una abultada proporción de su financiación. Pero esa coacción sobre los contribuyentes es púdicamente ignorada, y los malvados que mandan son empresarios e intermediarios, nunca gobernantes. Pero las empresas no "mandan": en el mercado eso sólo puede suceder cuando las empresas consiguen el concurso del poder político, puesto que él sí es capaz de lograr que las empresas puedan forzar a los ciudadanos a pagar.

Otro tanto sucede con el verbo "controlar" aplicado al mundo empresarial. Si en un mercado cualquiera las empresas que allí operan son un número equis, no tiene sentido decir, como habitualmente se dice, que esas empresas controlan el mercado, en el sentido de que dominan a sus clientes y preponderan sobre su libertad de elegir. Si hay competencia eso jamás ocurre.

La consecuencia de creer que padecemos un excesivo liberalismo, porque las empresas mandan y controlan, es tan patente como peligrosa: estriban en la invitación constante a que intervenga la política, benéfica institución que, al parecer, ni manda ni controla.

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