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Carlos Rodríguez Braun

Epidemias

Es probable que don Ildefonso padezca la usual fantasía de creer que proclamarse de izquierdas y recomendar recortes de la libertad automáticamente comporta una prima ética.

Ildefonso Hernández, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, entrevistado cariñosamente por Milagros Pérez Oliva en El País, proclama: "la mayoría de los epidemiólogos son de izquierdas" y añade, orgulloso, "acentuadamente críticos con la izquierda". Cabría felicitar a don Ildefonso, puesto que la izquierda puede también ser criticada desde la izquierda, denunciando, por ejemplo, la pérdida de sus ingredientes liberales y el respaldo creciente a nociones disparatadas y fascistoides. Pero no, la crítica izquierdista de don Ildefonso a la izquierda es la siguiente: "¿No se había comprometido el Gobierno a que la ayuda humanitaria alcanzara por fin el 0,7 % del PIB? Pues que se cumpla. Es más fácil hablar de la alianza de civilizaciones que concretar los compromisos".

No piensa el doctor Hernández en lo dudoso del "compromiso", al que alude dos veces en esta breve declaración. En efecto, el Gobierno no tiene soluciones mágicas, entre otras cosas porque no tiene dinero. Un mayor gasto equivale a una mayor coacción sobre los ciudadanos, y puede generar consecuencias nocivas. Tampoco piensa que ningún país se hizo rico con donaciones sino gracias al trabajo de sus habitantes con determinados grados de paz, justicia y libertad. Es probable que don Ildefonso padezca la usual fantasía de creer que proclamarse de izquierdas y recomendar recortes de la libertad automáticamente comporta una prima ética.

Pero ni siquiera el "buenismo" epidémico está exento de contradicciones. A doña Milagros Pérez Oliva estas críticas le debieron parecer injustas, porque con toda objetividad reconvino así al epidemiólogo: "Pero el Gobierno de Zapatero ha adoptado algunas medidas valientes". El doctor se apresuró a admitirlo, claro que sí, y añadió una coletilla clásica del pensamiento único, cuyo objetivo es, siempre desde la bondad más incuestionable, preparar el terreno para justificar cualquier grado de "valiente" usurpación de los bienes de los ciudadanos: "todavía queda mucho por hacer".

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