Leo en El País a J.M., que se burla de los economistas defensores “a ultranza de causas que no necesitan defensa”, y dice que una destacada de ellas es ¡el mercado!
Una de las consecuencias más interesantes de la crisis del socialismo, que dejó a tantos autodenominados progresistas entre la orfandad y la vergüenza, es la reacción defensiva que suscitó. En vez de pedir disculpas, saludar a los que antes se habían dado cuenta del camelo, y dar la bienvenida al soplo de libertad que recorrió el mundo, la izquierda nos alertó sobre el infierno que se avecinaba por culpa de la globalización, el pensamiento único neoliberal y el capitalismo desenfrenado. La conclusión, claro, es que se pueden seguir proclamando las patrañas de toda la vida, porque el mercado no precisa partidarios, habiendo conseguido una victoria arrolladora.