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Para CC OO, “ce ce o o”, que diría Urdaci, “no es una prioridad rebajar la presión fiscal”. Los rectores españoles, por su parte, quieren “un contrato social” con la universidad.
           
La retórica sindical transmite la idea de que su opinión es muy representativa, lo que es dudoso: los sindicatos actúan como si representaran a los trabajadores, pero los trabajadores ni se afilian a ellos ni les pagan. Los sindicalistas se suman al elusivo lenguaje intervencionista; ni ellos ni nadie proclama abiertamente: “queremos obligar a los ciudadanos a que entreguen más dinero de su propiedad a las Administraciones Públicas”. En vez de ello se dice que bajar los impuestos “no es una prioridad”, o que la tributación debe orientarse conforme a los criterios de “suficiencia, progresividad y equidad”. Destaca en estas ideas su latitud, porque ¿cuándo la recaudación es “suficiente”, cuándo admitiría CC OO que el poder político dejara de usurpar los bienes de los trabajadores? Temo que nunca.
           
Y nunca ha habido menos diferencias entre un rector universitario y un sindicalista. Probablemente porque ambos viven del presupuesto, sus mensajes se solapan, y sólo cabe subrayar que la retórica de los rectores es aún más presuntuosa, porque ya me dirán ustedes hasta qué extremos de arrogancia hay que llegar para pedir “un contrato social”, nada menos, cuando en realidad lo que se quiere es sacarle más dinero a la gente.
 
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