Esto escribió el antiguo dirigente comunista Santiago Carrillo en El País: "Los poderes que realmente dirigen la economía son los centros de las finanzas y del alto empresariado...La libertad de mercado se ha impuesto rotundamente. Han triunfado las tendencias a la privatización de las actividades económicas y se ha negado a los Estados toda intervención en estas cuestiones...La política ya no dirige la economía; son los poderes económicos los que deciden autónomamente...El Estado no tiene poderes para frenar la especulación capitalista".
Una vieja patraña marxista es que no hay poder político genuino, porque el Estado es apenas el comité de gestión de la burguesía. El socialismo, en cambio, democrático o no, convierte al Estado en representación genuina del pueblo, y por lo tanto en un ente que es pura abnegación y frente al cual no cabe oposición y, si la hay, lo que cabe es tratarla sin muchas contemplaciones.
Lo ridículo del caso es cómo la izquierda mantiene la ficción del Estado inerme negándose a cualquier contrastación con la realidad. Los Estados son hoy más grandes que nunca, controlan directamente la mitad de la economía e indirectamente buena parte de la otra mitad; el dinero y las finanzas son manejados por sistemas públicos y monopólicos. Pero para Santiago Carrillo eso equivale a la plena libertad de mercado y a la negación de "toda intervención" estatal.