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Carlos Rodríguez Braun

Tipos negativos

¿A qué debemos el inflado de la burbuja crediticia que finalmente estalló en Estados Unidos en 2007 y a partir de ahí en muchos otros países? Pues a que los bancos centrales orquestaron una fabulosa expansión monetaria que hinchó la burbuja.

Según El País la Regla de Taylor es "una complicada fórmula logarítmica que relaciona los tipos de interés con la inflación y el nivel de actividad". En realidad ni es complicada ni es logarítmica, y lo que relaciona es el tipo de interés que maneja el banco central con la tasa de inflación y la desviación del crecimiento del PIB con respecto a su tendencia o su crecimiento potencial. Aplicando esta fórmula al contexto actual de inflación muy baja y recesión en la actividad, resulta que el tipo de interés que debería establecer la autoridad monetaria es negativo. Y concluye El País: "evidentemente los bancos centrales no pueden fijar tipos de interés negativos". Idéntica prisa tuvo el Financial Times: "A central bank cannot cut interest rates below zero".

Pero no sólo los bancos centrales pueden fijar tipos negativos sino que de hecho lo hacen. ¿A qué debemos el inflado de la burbuja crediticia que finalmente estalló en Estados Unidos en 2007 y a partir de ahí en muchos otros países? Pues a que los bancos centrales orquestaron una fabulosa expansión monetaria que hinchó la burbuja porque los tipos de interés reales, es decir, el tipo nominal menos la inflación en el precio de los activos, fueron efectivamente nulos o negativos. Eso desanimó el ahorro e incentivó la inversión, desencadenando la burbuja.

Y la historia se repite: el pensamiento predominante aplaude ahora las políticas de rescate y expansión financiera, de rebaja de tipos, compra de activos que no valen nada y quantitative easing que supuestamente nos sacarán de la crisis, pero de nuevo haciéndonos pagar el coste de una renacida burbuja que impulsarán unos bancos centrales que aparentemente no son capaces de hacer una cosa que hacen todo el rato: rebajar los tipos de interés en términos reales.

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