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Carlos Rodríguez Braun

Un distinguido democristiano y el mercado

No se puede enfrentar el mercado con lo "social" porque el mercado es social, no hay mercado sin sociedad. Cuando se habla de lo social, entonces, no se quiere decir sociedad sino política, es decir, la coerción legal.

Si alguien quiere averiguar el porqué del viejo chiste según el cual en el circo romano los leones se comían a los cristianos pero los democristianos se comían a los leones, puede recurrir a Hans-Gert Poettering, presidente del Parlamento Europeo. Alborozadamente entrevistado por Andreu Missé en El País, don Hans-Gert respaldó la "economía social de mercado: no es sólo política de mercado ni sólo política social, sino política social de mercado". Y se quedó tan ancho y centropoide. Tenía que decir algo políticamente correcto sobre la crisis. Lo dijo, claro, y saltó al titular de la entrevista: "No se pueden dar 700.000 millones a los bancos y olvidarse del hambre".

La idea supuestamente bondadosa de estipular un justo punto medio entre el mercado y lo "social" es tan popular como infundada. En efecto, parte de la falacia de que se trata de extremos análogos y análogamente rechazables, y ambas ideas son falaces. No se puede enfrentar el mercado con lo "social" porque el mercado es social, no hay mercado sin sociedad. Cuando se habla de lo social, entonces, no se quiere decir sociedad sino política, es decir, la coerción legal. Por lo tanto, lo que don Hans-Gert abnegadamente pretende alcanzar es un equilibrio entre la libertad y la coacción, extremos que equipara y rechaza por igual, como si fueran objetos equivalentes de repulsa.

Esta aversión a la libertad es lo que le impide concebir la posibilidad de que las personas conserven lo que es suyo. En vez de ello, la discusión es qué deben hacer los gobernantes con 700.000 millones de dinero ajeno. El señor Poettering, como cualquier otro socialista, quiere usarlos para luchar contra el hambre, un mal que jamás concibe que se pueda combatir como de hecho se combate: con la libertad y el trabajo de la gente.

En bella simetría, el entrevistador no se quedó corto en esta apoteosis de pensamiento único. En páginas de información, Andreu Missé preguntó seriamente sobre "el fin del capitalismo anglosajón...que lo fía todo al mercado". Todo, oiga, todo.

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