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Carlos Sabino

Prosigue el enfrentamiento

No es fácil evaluar cuánta aceptación posee hoy el presidente Chávez pero, en todo caso, puede afirmarse que ha salido debilitado de la crisis del mes pasado. Esta ha servido para demostrar que la sociedad civil, tomando las calles, fue capaz de derrocarlo, y que de ningún modo cuenta con un apoyo firme en los cuadros de las fuerzas armadas. Su verdadero problema, sin embargo, es más profundo: para sostenerse en el poder tendría que demostrar que es un demócrata sincero, que está dispuesto a dialogar y llegar a compromisos auténticos con la oposición, pero tal cosa significaría abandonar el verdadero proyecto político que propugna, la consolidación de una dictadura populista de izquierda con fachada legal. Por eso Chávez ha hecho apenas las mínimas concesiones políticas posibles mientras intenta ganar tiempo y mostrar una apariencia tolerante ante la comunidad internacional. Incapaz de rectificar, pero imposibilitado también de avanzar hacia sus metas, el gobierno se encuentra virtualmente paralizado ante una crisis política y económica que lo abruma.

No es menos compleja, en estos momentos, la situación de la amplia oposición al régimen. En un extremo de ella se encuentran los pocos que todavía creen que es posible una verdadera rectificación del gobierno; en el otro, los escasos convencidos de que se necesita dar un golpe de estado que borre de la faz de la tierra al chavismo; en el centro, una mayoría que trata de encontrar las vías legales para acabar con la pesadilla de este gobierno mentiroso e incapaz, pero que ve cerrados los caminos por la intransigencia del chavismo y por la forma en que éste ha manipulado todas las instituciones públicas hasta convertirlas en una grosera caricatura, que sólo CNN y personas poco informadas insisten en calificar como democráticas.

Con un gobierno debilitado y casi sin capacidad de acción, con una oposición tan variada y hasta cierto punto dividida, las fuerzas armadas del país podrían convertirse -sin duda- en el verdadero árbitro de la situación. Pero esto no es tan sencillo. Sus fracturas internas son profundas, se ha perdido la verticalidad en las cadenas de mando y los militares padecen hoy de las mismas dudas y de la incertidumbre que rodea la acción de los civiles.

Los sucesos recientes han servido para profundizar y no para suavizar la profunda división que existe en el país. Hay un amplio sector de la sociedad, el mismo que salió a manifestar pacíficamente el 11 de abril, que piensa que el gobierno de Chávez es antidemocrático en su esencia y que no puede haber paz ni estabilidad mientras el caudillo permanezca en el poder; existe también una franja de la población que está dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias para defender al régimen. La conciliación, hoy, parece imposible.

En tales condiciones, y con un gobierno que recibe el apoyo directo de la Cuba de Fidel Castro, que posee bandas armadas y el apoyo de una parte del ejército, es difícil que se puedan abrir las vías para una solución pacífica a una crisis política que nadie parece controlar. Chávez, colocado ahora en el poder por los militares y carente del apoyo popular que tuviera hasta el año pasado, es en parte ya un prisionero político de algunos generales que le imponen severos límites a su acción.

Todo parece indicar, entonces, que la situación política avanzará hacia nuevos enfrentamientos, que la radicalización de las pasiones será muy difícil de contener. Las vías pacíficas, sin embargo, no se han cerrado aún por completo. Tal vez en las próximas semanas logre encontrarse alguna fórmula que permita sustituir las autoridades públicas que Chávez ha designado ‘a dedo’ y que, con este cambio, se pueda arribar a algún tipo de solución institucional. Mientras tanto la angustia y la incertidumbre seguirán dominando en un país que avanza por ahora, lamentablemente, hacia la guerra civil.

© AIPE

Carlos Sabino es corresponsal de la agencia de prensa AIPE.

Este artículo, junto a otros artículos de Martín Krause o Armando Frontado se publican en La Revista de América de Libertad Digital. Si desea leer más, pulse AQUÍ

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