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Los periodistas y los políticos dan mucha más importancia a los sondeos que los profesionales que trabajan en esos institutos. El empate 50/50 entre Chirac y Jospin en la segunda vuelta de las presidenciales, publicado este martes en Le Figaro, y otro, del lunes, en Libération, que daba Jospin vencedor con 51% de los votos, han armado gran revuelo triunfalista en los medios informativos y en el PS. Valía la pena escuchar, en televisión, a dos directores de institutos de sondeo, matizar las cosas. Primer matiz de peso: en todos estos sondeos 40% de los “sondeados” declaraban no saber por quién iban a votar, y entre los que indicaban su intención, casi la mitad añadía: “Pero es posible que cambie de opinión”. Está visto que el fanatismo partidista no es mayoritario.

A estas lógicas y sensatas incertidumbres, yo añadiría una pregunta: ¿Qué van a votar los jamás “sondeados”, esa nutrida minoría siempre silenciosa, de amas de casa, de pensionistas, de artesanos en aldeas de lejanas provincias, sin televisión por cable, ni telefonía móvil? La Francia profunda, se dice, plagiando a Peguy, y precisaré: profundamente marginada, quienes votarán, si votan, basándose en tres preocupaciones esenciales, y en este orden: la seguridad, el aumento de las pensiones y la disminución de los impuestos, y en muchos casos, el paro. Una cosa resulta evidente, jamás, digo bien, jamás, en una campaña presidencial, los medios informativos han estado en su inmensa mayoría tan a favor de un candidato, en este caso Jospin, y manifestando tanto odio contra su adversario, en este caso Chirac.

Polémicas, pasiones, odios, ya se manifestaron en otras, pero nunca como en esta. La televisión estatal: France 2, France 3, France 5, Arte y hasta Euronews, ya no informan, hacen campaña descarada a favor de Jospin. Lo mismo ocurre con las radios estatales. Las televisiones y radios privadas aparentan mayor objetividad, pero basándose, tal vez, en los sondeos, por ahora más bien favorables a Jospin, y ¿cómo no apoyar al vencedor previsto? o en ciertos casos, en sus opiniones personales, su “objetividad” también se inclina con ternura sobre el hombro de Jospin. Y no hablemos de los diarios Le Monde y Libération, convertidos en meros portavoces sectarios del PS.

La sociedad francesa vive, desde hace años, una curiosa esquizofrenia: continuamente se critican los servicios públicos, las huelgas en los transportes, el desastre de Correos, los angustiosos problemas de la Seguridad Social, de las pensiones, los impuestos demasiado altos, los hospitales en ruina, la enseñanza en crisis endémica, etc, todo ello verdades como templos, incluso algunos responsables socialistas platican sesudamente sobre la reforma del Estado, de los servicios públicos, de las pensiones, de la administración, y mil reformas más, pero, a la hora de la verdad, todos y todo se congela: no hay que cambiar nada, cualquier reforma puede ser peligrosa. Esta ideología socialburócrata la maman los niños en las escuelas, y la enseñanza, en general, se ha convertido en una máquina que no produce ciudadanos cultos y responsables, con espíritu crítico, sino electores de izquierda. Porque todavía nadie se ha atrevido a plantear públicamente, lo que tanto se rumorea en privado: la solución sería suprimir las elecciones, esa tara liberal. Algunos se quejan de la ausencia de ambición, de imaginación y de generosidad de los candidatos. Pues yo opino que menos mal. ¿Se imaginan a Jospin, inclusive a Chirac, intentando arrastrar a Francia a la conquista del mundo, o al asalto del cielo? Me entran escalofríos.


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