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Carlos Semprún Maura

Aquelarres cotidianos

Los padres del farsante José Bové, investigadores científicos, dijeron que su hijo, a quien querían mucho, se equivocaba rotundamente, porque los organismos genéticamente modificados respetaban mucho más que los otros el medio ambiente.

Desde que el dos de enero está prohibido fumar en los cafés y restaurantes, después de las administraciones, hospitales, trenes y aviones, etc, las calles de París ofrecen un curioso espectáculo: delante de los cafés-tabac (cafés con estanco), en la acera, hileras o grupos de fumadores tiritan de frío, mientras que sus cafés a su vez enfrían en las barras. Como todos los barrios, el mío está bien provisto en cafés-tabac. Hay tres al lado de casa, y además, un estanco a "la madrileña", donde se vende tabaco, pipas, mecheros, todo tipo de loterías y recuerdos de París, postales torres Eifel en miniatura y demás horrores.

Pero, víctimas del "appartheid", los pobres fumadores que ejercen su "placer sensual" en la calle, con este frío no sólo arriesgan el dichoso cáncer de pulmón a largo plazo, sino la pulmonía al día siguiente. Yo no, porque desde que está prohibido fumar, no piso cafés, ni restaurantes, salvo para comprar mis dos cajetillas de cigarrillos diarias. La "sovietización" de la civilización europea está en marcha, y claro se crean redes de resistencia cívica. Un aquelarre.

Otro es el de la farsa de los OGM (organismos genéticamente modificados). Una Alta Autoridad, compuesta de varios senadores, acaba de prohibir el cultivo de maíz transgénico, basándose en el "principio de precaución". Desde hace más de 30 años, millones de toneladas de maíz, arroz, soja, etc, transgénicos se cultivan y consumen en el mundo entero, pero en la timorata Francia, la propaganda seudo ecológica ha logrado meter miedo, y cara a las próximas elecciones municipales, el gobierno se pasa de listo, suspendido "provisionalmente", el cultivo de maíz transgénico. Espero que en los departamentos agrícolas, en los que se estaba desarrollando dicho cultivo, la UMP pierda las municipales.

Todo esto además es de una hipocresía absoluta, porque en todos los ultramarinos se vende arroz transgénico, los ganaderos franceses importan toneladas de soja transgénico, etc. Hace ya unos diez años, los padres del farsante José Bové, investigadores científicos, quienes durante años trabajaron en la Universidad de Berkely (California) precisamente sobre la modificación genética de productos agrícolas, publicaron en Le Monde una carta abierta, declarando que su hijo José, a quien querían mucho, se equivocaba rotundamente, porque los organismos genéticamente modificados respetaban mucho más que los otros el medio ambiente, el eliminar los pesticidas y los abonos químicos. Lo único que no dijeron es que perdían sabor.

Mientras que el presidente Sarkosy estaba en RIAD, para hablar de civilización mahometana con los príncipes saudís, los medios galos coronaban de flores a Hugo Chávez, debido a la liberación de Clara Rojas y Consuelo González. Además de los piropos de Naomi Campbell, los elogios franchutes han enardecido al golpista Chávez, y ahora exige que las FARC ya no sean consideradas terroristas, sino como una ONG humanitaria, o la versión latina del Ejército de la Salvación. Cosas veredes, mío Cid...

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