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Carlos Semprún Maura

Batiburrillos electorales

Como otras veces, con la proximidad de las elecciones, mis amigos franceses –aún tengo–, me preguntan, por quién voy a votar. No voto en Francia, contesto. ¡Pero tienes derecho! (En las municipales y europeas, como en todos los países de la UE, creo. No sé si en estas regionales.). Considero, y así lo explico, que es un privilegio absurdo que ciertos ciudadanos europeos tengan derecho a votar dos veces en dichas elecciones, una en su país, y otra en el país donde residen, y que, por lo tanto, de acuerdo con mi ética, yo sólo voto una vez, en España. La primera parte de mi razonamiento, o sea que me niegue al doble voto, se entiende, por lo general; pero en absoluto la segunda: ya que vives en Francia ¿por qué no votas sólo en Francia? Porque soy español. Llegados a este punto, la estupefacción es total. ¿Cómo puede una persona que vive en Francia, lo mejor del mundo, seguir considerándose español? No es que me considere, es que lo soy. Bueno, todo esto es pura teoría, ya que desde que me cambié de domicilio, la Oficina del Censo Electoral de Madrid no me envía las papeletas para que pueda votar. ¡Viva la burocracia!
 
No sé si será una opinión personal, españolista, pero esta campaña electoral me parece de lo mas aburrido, y me temo que la señora Abstención salga triunfante. Es cierto que aún no ha comenzado la campaña oficial, pero resulta que estas campañas oficiales, controladas, y hasta dirigidas, por “expertos en comunicación” (raza que habría que fusilar sin contemplaciones), logran siempre aburrir al conjunto de los electores. Y ahora, francamente cabe preguntarse ¿por quiénes tendrán ganas de votar las amas de casa, los jóvenes inexpertos en el manejo de las urnas, los parados, y hasta los estudiantes de Arquitectura? Ustedes me dirán si tiene el menor interés saber si Le Pen va a poder ser candidato en PACA. Todo depende ahora del Prefecto, nos dicen, pues hay que saber que los prefectos dependen directamente del Ministerio de Interior, más directamente incluso que los embajadores del Quai d’Orsay. La decisión está, por lo tanto, en manos de Sarkosy. El resto, como todo el mundo, y no sólo yo, parece aburrirse con estas elecciones. No se discuten proyectos (ni siquiera de alcantarillas, o de nuevas autopistas), sólo se glosa sobre las alianzas electorales: en qué región la izquierda irá unida desde la primera vuelta, en qué región la derecha irá desunida.
 
El presidente de la UDF, François Bayrou, despunta en los sondeos en la región de Aquitaine, en donde se enfrenta en la primera vuelta, no sólo a la izquierda unida, sino a su ex jefe de gabinete, cuando era Ministro de Educación en el gobierno Balladur, Xavier Darcos, hoy candidato de la UMP. Este señor, François Bayrou, no tiene pelo de tonto, pero tiene un fallo: su obsesión por llegar a ser Presidente de la República a toda costa, caiga quien caiga, es demasiado evidente y puede perjudicarle. Lo mismo le ocurre a Sarkosy, dicho sea de paso.

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