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Carlos Semprún Maura

Ceremonias sin primavera

Sociólogos anglosajones, los únicos respetados en Francia, han calculado que los asalariados galos sólo tenían 16 días festivos los meses de mayo, ya que sólo había el puente del 1º, el puente del 8, y el puente de la Ascensión. Pero esta mirada pesimista debe matizarse recordando el puente de Pentecostés, a principios de junio, que puede dar aliento para prepararse a las largas vacaciones de verano. Es un decir, ya que sólo representan cinco o seis semanas de ocio... Lo que en cambio no dicen estos sesudos sociólogos anglosajones, a menos de que se me haya escapado algún comentario, es que, mientras que los adultos sufren de los más largos puentes y caminos de ocio de todo el mundo occidental, sus escolares gozan de los más largos y pesados horarios de estudios de ese mismo mundo. Muy lejos estamos de la utopía teatral de Roger Vitrac, “Victor, oû les enfants au povoir”. (Víctor, o los niños en el poder). Chapado a la antigua, yo pensaba al revés: que los niños debían jugar y estudiar, y los adultos trabajar. ¡Que tontería!

Mayo, mes repleto de puentes históricos como religiosos, también es este año un periodo rico en simbólicos aniversarios. Las importantes elecciones de 2002, presidenciales y generales, dan a estos rituales aniversarios un tono más polémico: Mayo 68, como siempre, se celebra de manera metafísica: fue “bueno” o “malo”, negativo o positivo. Pese al tiempo transcurrido, nadie parece decidido a hacer un balance más realista, porque fue a la vez negativo y positivo, libertario y totalitario, progresista y reaccionario. Pero los 20 años que nos separan de la victoria de Mitterand en las presidenciales de 1981, han arrinconado, esta vez, las “juveniles gamberradas” de mayo, en la trastienda de las escobas y las bayetas, en donde a veces se encierra, por descuido, al pobre gato.

Siempre en la óptica de las próximas elecciones, se quiere sacar, como sea, argumentos del pasado para que la izquierda –o la derecha–, triunfe el año que viene. El gobierno y sus huestes, pretenden demostrar que la Resistencia antinazi fue de izquierdas, que la oposición a las guerras coloniales de Indochina y Argelia fue de izquierdas, que la “victoria” contra el paro es de izquierdas, y que si tu novia es guapa, inteligente y bondadosa es de izquierdas. Más mentiras que lluvia.

Daré brevemente, un par de ejemplos: durante la II Guerra Mundial, las dos cabezas visibles de Francia, eran ambas militares de derechas: el Mariscal Petain, primer colaborador de los nazis, y, enfrente, el general de Gaulle, primer resistente. Minorías activas en la colaboración con los nazis, o en la resistencia, fueron a veces de izquierdas, a veces de derecha. El movimiento gaullista, del que aún quedan residuos, fue resistente y de derechas. Pierre Laval, primer ministro de Petain, como Doriot o Déat, fueron de izquierdas. El caso del PCF fue peculiar, porque si fue muy activo en la Resistencia, lo fue sólo a partir de junio de 1941, cuando los nazis atacaron a la URSS, por sorpresa de Stalin. Fueron mucho más combatientes prosoviéticos, que patriotas antinazis.

Durante todas las guerras de la descolonización, los sucesivos gobiernos franceses fueron de izquierda, y si Méndez-France, de izquierda, y anticomunista, terminó con la guerra de Indochina, muy tarde, fue de Gaulle, quien –muy tarde–, terminó con la de Argelia. Desde luego, a nivel de la sociedad civil, siempre hubo sectores de la izquierda, partidarios resueltos de la descolonización. El libro del general Paul Aussaresses sobre la tortura en Argelia está levantando ampollas. Todos, de Chirac a Jospin, y pasando por infinidad de excombatientes, incluyendo a los adversarios de esa guerra, piden sanciones. Pero todos intentan servirse de la tortura para alimentar su propaganda electoral.

La izquierda clama: fue el ejercito quien torturó, o sea la derecha. La derecha clama: fue el gobierno quien ordenó la tortura, o sea la izquierda. Todo este batiburrillo resulta bastante vomitivo. Ordenada o ejecutada por la derecha o la izquierda, la tortura es un crimen contra seres humanos. Lo de la “Humanidad”, lo dejaremos para otras ceremonias oficiales.

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