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Carlos Semprún Maura

Chirac candidato

La puesta en escena no estuvo del todo mal. Desde luego no fue una sorpresa, desde hacía días se rumoreaba que Chirac iba a aprovechar su visita a Aviñón para anunciar oficialmente su candidatura a las presidenciales ¿Por qué Aviñón? Por varios y buenos motivos. Primero es una capital de provincias, y es políticamente rentable, cuando tanto se critica que “todo tiene que pasar por París”, realizar ese acto solemne desde la France profonde. Aviñón también es simbólico, porque en las últimas elecciones municipales, la actual alcaldesa del RPR, Marie-Josée Roig, derrotó estrepitosamente a la “niña bonita” del PS, Elisabeth Guigou, ministra ahora de Trabajo, Solidaridad, Salud y no sé cuantas cosas más, y antes de Justicia, cargos en los que pudo demostrar su incapacidad. Su predecesora, Martine Aubry, no demostró incapacidad, sino peligrosidad social.

El pretexto de la visita también estaba bien elegido, se trataba de una reunión sobre la creación de empresas y la vida asociativa regional, que sirvió a los participantes y en primer lugar a Chirac, para criticar la burocracia estatal y la exagerada centralización del poder. En la ceremonia de clausura y tras unas palabras de agradecimiento por su visita al Presidente, la alcaldesa Roig, con una espontaneidad me temo que muy controlada, declaró que no podía dejar de hacerle la pregunta que tantos franceses se hacían: ¿será usted candidato? La sala rompió en aplausos y Chirac dijo que sí. La explicación no contenía nada sorprendente, como nada sorprendente fue su decisión. Como Jospin, y curiosamente, al lado, ya tiene su local de campaña y su estado mayor.

En Aviñón explicó nuevamente que cuando volvieron al poder en 1995, después de 14 años de presidencia de Mitterand, el déficit público era tal, debido al despilfarro y mala gestión de los socialistas, que durante dos años tuvieron que imponer un régimen de austeridad, exigido por los criterios de Maastricht y con vistas al euro. Cuando el PS ganó las elecciones legislativas en 1997, tras la estúpida (en mi opinión) disolución, Jospin se encontró con una contabilidad sana y la bonanza económica nacional e internacional. También han despilfarrado, dice Chirac, esta buena situación económica y, por ejemplo, el paro que había disminuido vuelve a aumentar.

Ya era hora de que Chirac entrara en campaña oficial. La mayoría política, pero también la mayoría de los medios de información, estaba disparando a bocajarro contra él esencialmente sobre la base de infundios y rumores, como el ya citado “caso Schuller”, y el anuncio, a bombo y platillo de un libro del juez Halphen, quien quiso, anti constitucionalmente, pringar a Chirac, con la financiación ilegal del RPR. Todos se olvidan, hasta los periodistas más objetivos, es un decir, de que en 1990, un comisario de la policía financiera dimitió porque le era imposible llevar a cabo una investigación sobre la financiación ilegal del PS, durante el reino de Mitterand. Él también publicó un libro: L’enquête impossible. Se llama Antoine Caudino. Es curioso constatar cómo los líderes socialistas que han tenido líos con la Justicia, muchos, son los primeros en denunciar a Chirac. El actual Presidente y los suyos no lo tienen nada fácil, pero la forma con la cual Chirac ha montado en su caballo de campaña, no está mal. Que eso no os quite el sueño.


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