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Carlos Semprún Maura

De capa caída

invitado a uno de los numerosos debates por televisión José Borrell, Presidente del Parlamento Europeo, declaró que sin el euro hubiera sido imposible la deserción, (dijo retirada) de nuestras tropas de Irak

No fue como me esperaba, sino mucho mejor. El show juvenil del Presidente Chirac ha superado todas las promesas de catástrofe anunciada. En los sondeos y después de su paripé, el “no” alcanzó por primera vez el 56 %. En los otros, y siempre después de su intervención, teniendo en cuenta de que cada instituto de sondeos publica cifras ligeramente diferentes, pasan del 52 % al 54 %, y del 53 % al 55 %. Una victoria indiscutible del “no”.
 
En los sondeos, aún no se ha votado, pero esto ya tiene repercusiones, tanto a nivel europeo como a nivel nacional. A nivel europeo se siguen prediciendo catástrofes, pero nadie subraya el hecho de que si se votara esa mala Constitución, totalmente inaplicable, que debería estar regida por tribunales en sesión permanente, para decidir como entender y aplicar ese mamotreto contradictorio, es toda Europa la que corre el riesgo de explotar, incluyendo lo único positivo: el mercado común. Mientras que si triunfa el “no” en algunos países, se trataría sencillamente de ponerse de acuerdo, no sobre una nueva Constitución, las condiciones no están reunidas para ello, sino un nuevo Tratado que definiría las reglas de colaboración y apoyo mutuo, entre estados soberanos de Europa.
 
Hay que reconocer que en el debate actual, muchos de los argumentos de los partidarios del “no”, antiliberales, chovinistas, impulsan a bastantes a la abstención, o incluso al “sí”: ¡no podemos votar lo mismo que esa gentuza! Menos mal que ocurre lo mismo con los argumentos del “sí”. Me limitaré a un ejemplo: invitado a uno de los numerosos debates por televisión José Borrell, Presidente del Parlamento Europeo, declaró que sin el euro hubiera sido imposible la deserción, (dijo retirada) de nuestras tropas de Irak. Y estaba tan satisfecho de su sandez que la repitió varias veces. En política interior, el batiburrillo de la campaña ya ha abierto una crisis profunda en los dos principales partidos, la UMP y el PS. Como los partidarios del “no” están creciendo entre los electores socialistas, François Hollande y compinches están preparando su suicidio colectivo. Aún dudan si inmolarse por el fuego o tirarse por un despeñadero. Las cosas tampoco son del color de rosa en la UMP. En una entrevista radiofónica el cursi de Dominique de Villepin, Ministro del Interior, afirmó que cualquiera que sea el resultado del referéndum, Francia necesitaba un cambio radical para realizar una política “más voluntaria, más audaz y más solidaria”, y, claro, eso exigía un cambio de Primer ministro. Como el que no quiere la cosa, dio a entender que ya se había comprado el caballo blanco para desfilar por los Campos Elíseos como Primer Ministro. Nos dicen que eso sentó como un tiro a Jean-Pierre Raffarin, y los dos hombres casi se abofetean. Por cierto Villepin y Jorge Semprún se han casado, unidos hasta la muerte, han dicho “sí” a la Constitución, y han parido un libro, fruto de sus amores morganáticos y constitucionales.
 
En cambio nada nos dicen sobre si la Constitución, además del pleno empleo, nos va a garantizar sol en primavera, que ¡buena falta nos hace!

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