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Carlos Semprún Maura

Domingo fúnebre

Francamente, no sé como calificar la ceremonia que se celebró el domingo en torno a la tumba de François Mitterand, en Jarnac. ¿Vudú? ¿Espiritismo?

Dos acontecimientos han dominado la prensa y la tele esta semana, sin que mucho tuvieran que ver entre sí. El primero es la hospitalización de Ariel Sharon, con un gravísimo derrame cerebral; el segundo esa curiosa ceremonia vudú que los amigos políticos y parte de la familia de François Mitterand han realizado en torno a su tumba, y con motivo del décimo aniversario de su muerte. Nada de eso, o apenas, se refleja en las conversaciones privadas, porque nuestras conversaciones giran todas en torno a la epidemia de gripe, catarro o bronquitis que ha tumbado a todos mis amigos y conocidos, todos ellos debidamente vacunados contra la gripe. Cuando te sorprendes de la ineficacia de la vacuna, los médicos protestan: “¡Pero si nada tiene que ver!”. Precisamente, ya va siendo hora que encuentren una vacuna que algo tenga que ver con la gripe, o las gripes.
 
La repentina enfermedad de Sharon ha sido rápida y ampliamente comentada por los medios galos, pero detrás de los partes médicos y de la aparente objetividad informativa, surgía por doquier la propaganda anti isaraelí y anti Sharon. Para la mayoría de los medios, Sharon sigue siendo el “malo”, odiado por los “buenos” palestinos, sedientos de paz, el “responsable de las masacres de Sabra y Chatila...” Se ha dicho, repetido y demostrado que fueron las Falanges cristianas libanesas las culpables de dichas masacres, pero da lo mismo, machaconamente se repite que la culpa la tuvo Sharon, y algo queda. Que muera o que salga del hospital incapacitado, la clase política y los medios franceses, estarán encantados, pero lo mostraran con mayor o menor hipocresía. Quienes nos interesamos sinceramente por el destino de Israel y observábamos con simpatía la aventura del nuevo partido: “Adelante”, que parecía poder ganar las próximas elecciones, tenemos que reconocer que la enfermedad de Sharon, complica y empeora las cosas. No es que peligre Israel, que ha conocido situaciones peores, pero si peligra el nuevo partido.
 
Francamente, no sé como calificar la ceremonia que se celebró el domingo en torno a la tumba de François Mitterand, en Jarnac. ¿Vudú? ¿Espiritismo? Algo de eso pero bastante más, porque se trata de socialistas que avanzan con la Razón en ristre, herederos del siglo de las Luces, de Descartes y de Carlos Marx, y en ese contexto ya anticuado, ver y oír a Gilbert Mitterand, hijo del difunto, afirmar que su padre no está allí (en la tumba), sino aquí, con todos nosotros, no ha cambiado nada, mi padre vive. O escuchar los gritos de Jack Lang, afirmando que Mitterand no es el pasado, sino el porvenir, y que va a ganar las elecciones de 2007. Te entraba cierto malestar: ¿son espiritistas, adeptos del vudú? ¿o imbéciles?
 
La nueva campeona socialista en los sondeos, Segolène Royal, huyendo estas ceremonias tribales, se ha ido a Chile para apoyar la candidatura de Michelle Bachelet. Algunos comentaristas consideran ese viaje como un acto político. Yo le veo en cambio mucho fetichismo, porque que gane, o no, Bachelet en Chile, eso no le dará ni un voto más a la Royal en Francia. A veces lamento la desaparición del marxismo-leninismo, al menos sabías con quien te jugabas los cuartos pero ¿cómo vamos a combatir muertos e impedir el retorno de los fantasmas? Seguro que Mitterand gana en 2007.

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