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Carlos Semprún Maura

El fondo y la forma

Sus timoratas reformas sociales avanzan muy lentamente, las pocas ideas interesantes de la comisión Attali están camino del cementerio y en política internacional, pese a viajar continuamente y abrazarse con tirios y troyanos, no da pie con bola.

Este miércoles la radio y televisión estatales están en huelga, para protestar contra el proyecto de Sarkozy (y del Gobierno) de suprimir la publicidad en sus pantallas y antenas para que la televisión pública sea diferente, más cultural y menos comercial. Esos son, al menos, el tipo de argumentos utilizados para justificar la medida. En realidad, la tele estatal ya es diferente: es peor. Y cuánta más "creación francesa", mayor es el desastre. Pero los sindicatos del ramo responden que sin publicidad van a la catástrofe, porque constituye más del 40% de su presupuesto. ¿Cómo se va a compensar esa pérdida de tantos millones de euros?

Yo, desde luego, considero que hay demasiada publicidad en la tele, pero como no veo las cadenas estatales (salvo algún debate político), la reforma me deja frío. Ahora bien, es cierto que Sarkozy y su Gobierno lo han hecho muy mal. Deberían haber preparado y discutido con los profesionales una reforma global que incluyera la supresión de la publicidad junto a otros elementos como la nueva financiación, los programas, los directivos, etc. Ahora están pagando con la huelga los intereses de su improvisación.

– ¿Qué te parece Sarkozy como presidente? – me pregunta tía Mercedes.
– ¿No lees mis "cartas de París"?
– ¿Pero tú que te has creído? ¿Que tengo ganas de perder el tiempo?

Pues en la medida de que sea capaz de admirar a un líder político, yo admiré la tenacidad, la energía y la inteligencia de Sarkozy para hacerse con la jefatura de la UMP, primero, y para ganar las presidenciales después. Lo consiguió pese a ser "húngaro" (los electores populares y conservadores son chovinistas) y tener potentes enemigos en su propio partido: el presidente Chirac, el primer ministro de Villepin, el presidente de la Asamblea, Jean-Louis Debré y bastantes más. Tuvo la suerte, eso sí, de no tener gran cosa enfrente: la oca Ségolène y el "fantasma de la Opera" Bayrou.

Pero desde que es presidente se agita muchísimo, pero sin moverse apenas. Bueno, Francia apenas se mueve. Sus timoratas reformas sociales avanzan muy lentamente, las pocas ideas interesantes de la comisión Attali están camino del cementerio y en política internacional, pese a viajar continuamente y abrazarse con tirios y troyanos –o más bien con sirios y tiranos–, no da pie con bola. Su proyecto de Unión Mediterránea es un aquelarre y "su" tratado europeo "simplificado", un bodrio que además es una copia apenas descafeinada de la Constitución que rechazaron los pueblos europeos. Angela Merkel tiene razón rechazando la Unión Mediterránea, y afirmando la necesidad de apoyar una economía mundial abierta. La Defensa europea es la OTAN, y la política europea, pues lo mismo: debe ser occidental y democrática. Claro que si el predicador buenista Obama gana las elecciones en los Estados Unidos, apaga y vámonos.

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