Menú
Carlos Semprún Maura

El muerto sonríe

El pasado 29 de septiembre, Pierre Lellouche, diputado UMP y vicepresidente de la Asamblea parlamentaria de la OTAN (¿qué será eso?), publicó un estupendo artículo en Le Fígaro, en el que, además de justificar plenamente la intervención militar anglonorteamericana en Irak, consideraba que Francia y la UE deberían ayudar a los USA –o sea exactamente lo contrario de lo que están haciendo– porque, escribe: “Si América fracasa en Irak, fracasaría el conjunto del mundo occidental”. Desde el principio de la crisis irakí, Lellouche fue una voz singular, mucho más “británica” que francesa, pero al mismo tiempo fue consejero del presidente Chirac en cuestiones estratégicas y militares, y hasta los ciegos podrán ver su profundo desacuerdo sobre estos temas. Porque en la marabunta antiyanqui y pro Sadam, que ha enloquecido a Francia desde hace meses, muy pocos fueron los políticos que expresaron opiniones diferentes, Lellouche, Alain Madelin, en la mayoría, Bernard Kouchner, en el PS, y párate de contar. Entre los intelectuales también fueron poquísimos los que nadaron a contracorriente: André Glucksmann, Jean-François Revel, y apenas una docena más, frente a la avalancha de “muniqueses”; la permanente alianza francesa de los progres antiyanquis y de los post gaullistas nacionalistas, asimismo antiyanquis. O sea una aplastante mayoría en los medios, como en la clase política.

Es esa nauseabunda mayoría la que esperaba que Tony Blair fuera abucheado y desbocado en el reciente congreso Laborista, y se indignan ahora porque ha sido ovacionado. Esos ingleses están locos ¿cómo no son chiraquianos? Esa misma mayoría, pequeño burguesa y timorata, coincidiendo en esto con Don Nadie González, condenaba a José María Aznar por no haberse sometido a Chirac en su cruzada antiyanqui, prefiriendo la solidaridad democrática internacional al sangriento petróleo iraquí, como Tony Blair (y como Lellouche), y se ven obligados ahora, pero a regañadientes, a reconocer que España en cuestiones económicas y sociales, es la primera de la clase europea. No dan pie con bola. Sin embargo, lo dicho, el muerto sonríe, ligeros síntomas demuestran que el espíritu crítico no ha desaparecido totalmente, y en mis próximas cartas les daré varios ejemplos.

Mientras tanto, un drama privado ha actualizado el viejo debate universal sobre la eutanasia. La hipocresía y la mentira chorrean por doquier en Francia, porque la eutanasia se practica todos los días en todos los hospitales, pero la barrera actual, o sea el temor a que las familias lleven a los médicos ante los tribunales, exige cierta cautela. Si mañana se legaliza la eutanasia, me temo que se “pinche” a enfermos o ancianos, sólo para liberar camas, una matanza legal. No olvidemos que los médicos no son dioses y que habían “condenado a muerte”, nada menos que a Alejandro Soljenitsin, el cual, sin embargo, curó de su cáncer. Es el ejemplo más famoso que conozco, pero dista mucho de ser el único. También es cierto que eso ocurrió en la URSS, cuya medicina socialista era la mejor del mundo.

En Internacional

    0
    comentarios