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Carlos Semprún Maura

El yogur conflictivo

La primera vez que lo leí pensé que era una errata. Porque ustedes me dirán qué sentido tiene poner en el programa de televisión: “El viento” de Victor Sjöstrom. V.O. Muda”, como fue el caso ayer domingo. ¿Cómo una película muda puede ponerse en versión original, cuando además los cartelitos que resumen diálogos y sentimientos, están en francés? Pues no es ninguna errata, ya que viene haciendo lo mismo desde hace años. Esto me hace pensar en la pérdida de sentido de las palabras, consecuencia de la “no lengua” burocrática. Sin hablar ya de la masacre sistemática de la lengua y literatura francesas en la enseñanza. Ya no hay ciegos, enanos, sordos, viejos, mudos –salvo en V. O.–, nadie muere de cáncer, sino de largas enfermedades, no hay parados, sino personas en busca de empleo, no hay despidos, sino planes sociales.

A propósito de “planes sociales”, el grupo Danone, que ha cerrado varias fábricas de galletas LU, se enfrenta a la reacción de los partidos y sindicatos de izquierda, firmemente apoyados por el Gobierno, quienes llaman a un boicot general de todos los productos de grupo; galletas, yogures, aguas minerales, etc. Es de aquelarre, porque, una de dos, o el boicot no cunde, o Danone tendrá que cerrar nuevas fábricas. ¿Qué remedio, si efectivamente nadie les compra? Esto revela bastante bien las contradicciones de la social-burocracia; por una parte son de un chovinismo exacerbado en todo lo que concierne a su industria, su economía en general, aplauden incluso cuando Renault, pongamos, cierra una fábrica en Bélgica o compra Nissan en Japón, despidiendo a 21.000 trabajadores, y cosas así, ¡que se fastidien, son belgas, japoneses o coreanos! ¡Francia, Uber alles! Y al mismo tiempo y por demagogia electoral mal concebida, ponen en peligro el grupo Danone, number one en su sector, y totalmente francés, sin subtítulos.

La huelga de la SNCF, empresa estatal de ferrocarriles, prosigue y entra en su segunda semana. Es particularmente impopular porque choca con un principio sacrosanto: el de las vacaciones. En realidad se enfrentan dos principios básicos en Francia: el de la excelencia de los servicios públicos estatales y el de las vacaciones. Para explicar una contradicción semejante, la prensa habla de pugna entre los sindicatos del sector. ¡Toma!. De todas formas es una forma curiosa de preparar la privatización de los ferrocarriles.

Bernard Tapie, ex hombre de negocios, ex ministro de la ciudad –por capricho de Mitterand–, ex preso, por estafas, ex actor, ex presentador de televisión, y algunas cositas más, como la de haber arruinado el Credit Lyonnais, vuelve a la presidencia del OM, el club de fútbol de Marsella, que hizo triunfar hace unos años de forma tajante: comprando a los equipos adversarios. Su ambición, no disimulada: conquistar políticamente Marsella a través del fútbol. Puede lograrlo.

En el avión de regreso a París, desde Brasil, en donde estuvo de visita oficial –para vender productos Danone–, Lionel Jospin tuvo una crisis de rabia tiroidea. Padece de esa glándula. Los periodistas que le acompañaban habiéndose extrañado de que hubiera hablado tan detenidamente de politiquería electoral francesa, contrariamente a la costumbre de los jefes de Estado y de Gobierno en el extranjero, Jospin se puso a aullar: ¡Yo, el Máximo! ¡Yo César! Por lo visto, tiene lecturas. Pero su madre le regañó por radio. Como ex comadrona, simpatiza con la huelga de comadronas. Tiene razón, dice la mamá. Como las enfermeras, como todo el sector hospitalario, siniestrado por Martine Aubry, ex ministra. Por cierto, los médicos han introducido el método castrista en el ejercicio de la medicina. Obligados por el Estado a disminuir sus honorarios, se hacen pagar, en efectivo, y de estraperlo, sumas considerables. Esto es un scoop. Pero, verificado en mi entorno de amistades.

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