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Carlos Semprún Maura

Entre bobos anda el juego

Royal afirmó que Francia podía y debía barrer las miasmas ante su puerta, como si la atmósfera tuviera fronteras.

No se crean ustedes que la labor de periodista es siempre entretenida; a veces es una lata, una morriña, una pesadilla y hasta cosas peores. Ya he tenido ocasión de decir que todos los medios franceses son de izquierdas y, además, los socialistas están en plena campaña "interna" para las candidaturas a candidato de los tres payasos payeses: Ségolène Royal, Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn. Pues pese a existir una "Alta Autoridad del Audiovisual" que vela, en principio, por la inocencia de los niños y la objetividad y justo reparto de segundos entre fuerzas políticas adversas, no ha dicho ni mú ante la ocupación absoluta de las pantallas y las ondas por el PS.

La liturgia de ayer, celebraba –enterraba– tres temas: política internacional, defensa, y medio ambiente. De entrada se notó que la Royal se había aprendido de memoria tres o cuatro banalidades hueras, que recitaba sin saber lo que decía, como insinuaron sus camaradas. Para alimentar a las feministas radicales, diré que también se notó cierta complicidad entre los dos varones contra la hembra. Se conversó sobre Europa, Turquía, Irán, el conflicto israelo-palestino y el medio ambiente. Para el conflicto israelo-palestino la solución es la paz, dos estados soberanos y respetados y, si uno de ellos sale presidente, los dos estados se amarán. ¿Cómo es posible que nadie haya pensado en semejante solución? Irán, dijeron los tres, tiene derecho a poseer una energía nuclear civil, pero no militar. ¿Y si se empeñan? Habrá que pensar en sanciones, tartamudearon. Fabius se singularizó declarando que cuando sea presidente no recibirá en el Eliseo al presidente iraní, porque es un dictador. ¿La entrada de Turquía en la UE? Ahora no, más tarde tal vez. En este tema hubo alguna diferencia. Fabius repitió que había que proponer a Turquía una "asociación privilegiada", pero no la UE. Straus-Kahn afirmó que había que acoger a Turquía en la UE, porque si no se uniría a países peligrosos como Irán y Siria. Y Ségolène, siempre tan Ségolène, repitió que a fin de cuentas el pueblo decidiría mediante un referéndum.

Los tres estuvieron de acuerdo en que habrá que mantener el presupuesto de Defensa, y sobre todo la fuerza de disuasión nuclear, exclusivamente nacional. Curiosamente, cuando hablaron luego de medio ambiente, ninguno mencionó la energía nuclear civil, que no contamina. Sobre Europa no dijeron nada, sólo que tenía que ser socialista (Fabius), que había que volver al eje franco-alemán (Strauss-Kahn) y Ségolène, ni eso.

En cuanto a medio ambiente el delirio fue total. Según Fabius, todos los problemas se resolverían nombrando como número dos del gobierno a un ministro de ecología. Royal afirmó que Francia podía y debía barrer las miasmas ante su puerta, como si la atmósfera tuviera fronteras. Strauss-Kahn fue el peor; perdió la poca estima que le tenía cuando declaró que todo tenía que convertirse en ecológico: la agricultura, la política y hasta la economía. Imaginemos ordenadores, móviles, ministros, trenes, tanques y aviones, todos ecológicos.

Se me iba a olvidar: los tres se declararon "amigos del pueblo americano" y enemigos de Bush. Y luego la gente se extraña de que Le Pen alcance el 20% en los sondeos. Estos payasos no sólo son tontos, son tontos peligrosos.

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