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Carlos Semprún Maura

Europa, con letra de tango

"Cada vaca europea recibe de la Unión un promedio de 2 euros al día, o sea, más de lo que logran ganar casi dos mil millones de personas”. Así empieza un artículo de Daniel Cohen en Le Monde de este martes. Aunque el vespertino no lo indique –lo cual hace habitualmente, llegando incluso al ridículo de precisar: Philippe Sollers, escritor, cuando éste sale cada dos por tres por televisión y más franceses conocen su oficio que lectores tiene el diario–, creo que Daniel Cohen es profesor de Economía (y autor de varios libros), en Paris-Dauphine, la Facultad más modernista y liberal de Francia (por lo tanto, de ultra derecha, para los progres).

No hay que deducir de esta información que Europa sufre de una forma peculiar de bestialismo y de frenético amor por sus vacas, no, eso ya se vio con el caso de las “vacas locas”, cuando ganaderos y gobiernos, sobre todo en Francia, siguieron alimentándolas con harinas animales, a sabiendas de que eran mortales. Buen ejemplo de la monstruosidad del capitalismo neoliberal, dirán los progres. Pues resulta que en materia agroalimentaria, como en otras, la UE hace exactamente lo contrario de lo que predica: subvenciona y protege sus productos, incluyendo los seudoculturales, de forma totalmente burocrática y arancelaria, mientras se gargariza con su apoyo al “Sur”. Pues ese “Sur”, totalmente demagógico y fantasmal cuando es visto por los responsables europeos, empieza a protestar enérgicamente contra la política antimundialización y antiliberal de la UE.

Tenemos guateque: el “eje del mal” franco-alemán celebra sus cuarenta años de nupcias (el acuerdo de Gaulle-Adenauer de 1963): reunión de los dos gobiernos en los salones del palacio del Elíseo la mañana de éste miércoles, reunión de ambos Parlamentos por la tarde, en el real palacio de Versalles. Se anuncian declaraciones solemnes y fundamentales sobre el porvenir de Europa y del mundo para concluir el festejo. Pero como, en el momento de escribir estas líneas, no se conocen, lo dejo para otra ocasión. No corre prisa.

El otro día, por televisión, en un debate sobre si guerra o no contra Irak, me hizo gracia ver cómo Marine Le Pen, hija del jefe del FN, decía exactamente lo mismo, y mejor, que los izquierdistas invitados –entre ellos el payaso de Noel Mamère– atacando a los USA, culpables de todo, mientras que Irak y Sadam Hussein aparecían como pacíficos y desdichados. Los otros –entre ellos François Bayrou y Hubert Vedrine, ex ministro socialista– parecían bailar al son del tamboril de Chirac: Sadam es malo, pero la guerra, peor. Con una curiosa salvedad, si la ONU decide la guerra, habrá que hacerla porque es la ONU quien debe regir las relaciones internacionales. Y los derechos humanos, digo yo, perfectamente garantizados con Libia presidiendo la comisión onusiana.

Comienzan a gotear informaciones fidedignas sobre Costa de Marfil y su presidente Gbagbo. Resulta que sería un tirano de armas tomar, uno más. Algo de eso se intuía, viendo a la izquierda europea apoyarle a gritos. A la izquierda europea le encantan los tiranos.

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