Menú
Carlos Semprún Maura

Gritos y gemidos

No estoy seguro de que Chirac haya tenido razón al negarse a un cara a cara televisado con Le Pen. Tiene argumentos: Le Pen, dice, no es un demócrata, sus ideas extremistas y xenófobas no tienen cabida en la Francia de los derechos humanos, por lo tanto la ley, toda la ley, pero solo la ley: tiene derecho a presentarse a las elecciones –y a ganar–, pero yo no voy a discutir públicamente con él como si fuera un político como los demás, porque no lo es. Hay precedentes: en 1954, Pierre Méndes-France, primer ministro, se negó a tener en cuenta los votos comunistas en el Parlamento, porque no era un partido democrático. Y por aquellos años, el PCF existía, no como ahora que sólo es un tiesto de flores marchitas en un cementerio. Yo pensaba que esa derobade de Chirac iba a ser ampliamente utilizada por los lepenistas, acusándole de rajarse, pero debo reconocer que aparte ciertos alaridos en ese sentido, parece como si su decisión haya sido relativamente bien aceptada.

El sábado 27, Jeróme Jaffré, conocido director de un instituto de sondeos, en Le Monde, tras una complicada aritmética, llegaba a la conclusión de que en la segunda vuelta, Le Pen podría llegar al 40% y Chirac al 60%. No porque pensara que iba a doblar el número de sus votos, sino porque temía que el 5 de mayo hubiera muchas abstenciones y votos en blanco, lo cual aumentaría el porcentaje de Le Pen. Eran reflexiones con segundas, llamando implícitamente al voto masivo contra la extrema derecha. Dicho sea de paso, Le Monde ha puesto, con su inteligencia habitual, el dedo en la llaga: si Jospin ha perdido es porque es un ultraliberal. Este lunes, Le Figaro pública un sondeo IPSOS y las previsiones son del 78% para Chirac y 22% para Le Pen, más conformes a la realidad, pero que conllevan el peligro anunciado por Jaffré, de que seguros de la victoria de Chirac, los abstencionistas sean muy numerosos. Sobre todo porque es periodo de vacaciones, ya que en Francia se ha adaptado la teoría de Trostski de la “revolución permanente” en vacaciones permanentes. Más civilizado, desde luego.

No estoy seguro de que las oleadas de manifestaciones y mítines contra el fascismo, al grito de “¡No pasarán!” sean muy positivos. Cuando además sería tan sencillo y más eficaz denunciar el programa de crisis económica y social anunciada por Le Pen, cosa que nadie hace. Es como si en un partido de fútbol, los hinchas de un equipo, al ver que va perdiendo, se liaran a hostias contra los hinchas del partido vencedor, anulando el partido y llevando la pelea a las gradas, cosa que ocurre frecuentemente. Política y fútbol no son exactamente lo mismo, el derecho a manifestarse es legítimo, y por ahora, en estas manifestaciones espontáneas, tan bien organizadas, se han evitado las “provocaciones”, como dicen en su jerga, pero demuestran ¡tanta imbecilidad e intolerancia! Además, veremos lo que pasa el primero de Mayo, con varias manifestaciones, una a favor y otras en contra de Le Pen, en París y otras ciudades.

En estado de dudas e incertidumbres estaba yo, cuando leí en “Le Monde”, un manifiesto del “Arte y la Cultura contra la extrema derecha”, firmado por ACID, ADAMI, ADDOC, ANAE, CDP, CSPEFF, FDIAC, FEVIS, SPEDIMDAM, UPFI, USPA, y 150 misteriosas siglas más, y pensé ¡estamos salvados!

En Internacional

    0
    comentarios