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Carlos Semprún Maura

La apertura

Si Strauss-Kahn sigue teniendo ambiciones presidenciales, le aconsejaría que no aceptara, porque el "prestigio" que ganaría como director del FMI no vale un maravedí en términos electorales galos.

Yo no soy contrario, por principio, a lo que se ha dado en llamar "apertura"; depende de los países, las circunstancias y las personas. Por ejemplo, si en Alemania gobierna una alianza de los partidos socialcristiano y socialdemócrata se debe únicamente al resultado de las elecciones, que no dieron una mayoría consecuente a ninguno de los dos, sólo una ligera ventaja al de Ángela Merkel. Además, aunque el Gobierno funcione nadie está realmente satisfecho. Mitterrand, en su segundo mandato, también nombró algunos monigotes del centro o de la derecha en cargos sin importancia.

Ninguno de los dos ejemplos tiene comparación alguna con lo que está haciendo Nicolás Sarkozy, con cinco ministros y secretarios de estado socialistas en su Gobierno y una serie de tareas oficiales encargadas a dirigentes sociatas. Habrá que observar con interés los resultados de esta apertura.

Cabe preguntarse, eso sí, por qué ha elegido a imbéciles para participar en comisiones o redactar proyectos de alto nivel, cuando no todos los líderes socialistas son imbéciles. Tomemos el caso de Hubert Védrines, secretario general del Elíseo con Mitterrand, ministro de Asuntos Extranjeros (como se dice aquí) en el Gobierno Jospin, a quien se volvió a ofrecer el Quai d’Orsay, y como rehusó, ha sido encargado de redactar un informe sobre la mundialización, del que todo el mundo conoce de antemano las conclusiones: la culpa de todo la tienen los Estados Unidos. Los ejes de su política cuando era ministro fueron precisamente la lucha contra USA e Israel y el apoyo a los países árabes, pero como era un cero a la izquierda, nunca mejor dicho, no se notó demasiado. Lo mismo pasa con Jack Lang, invitado a participar a la comisión de reforma de las instituciones; ya podrá haber sido profesor de Derecho que todo el mundo conoce de antemano las chorradas que va a proponer.

La propuesta de apoyar la candidatura de Dominique Strauss-Kahn para sustituir a Rodrigo Rato al frente del FMI parece más razonable, y aunque Strauss-Kahn no haya dado aun su respuesta e incluso si sería capaz de cumplir dicho cargo, lo que pretende Sarkozy es alejarle de la política francesa durante unos años. Si Strauss-Kahn sigue teniendo ambiciones presidenciales, le aconsejaría que no aceptara, porque el "prestigio" que ganaría como director del FMI no vale un maravedí en términos electorales galos.

Las intenciones de Sarkozy con esta amplia apertura son evidentes: aumentar su prestigio personal, porque los sondeos demuestran que los franceses apoyan esas iniciativas (la UMP no tanto), y agravar la crisis profunda del PS. En este último aspecto su éxito es rotundo, porque el Partido Socialista está que trina.

Mientras tanto, los medios audiovisuales, siempre en manos de la izquierda, repiten día a día, gota a gota, sus previsiones catastróficas (reforma de la Justicia "facha", aumento de la carestía de la vida, regalos a los ricos, abismo presupuestario, etc.) para intentar sabotear la relativa euforia popular tras la victoria de Sarkozy.

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