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Carlos Semprún Maura

La Barbarie de cerca

Esta dichosa glorieta de Denfert-Rochereau, con su estatua del León de Belfort, monumento a la gloria de “nuestros ejércitos”, está siempre muy animada, ya que constituye el epicentro de muchas manifestaciones, como las plazas de la Bastilla y de la República, pongamos. Desde que vivimos en esta zona del barrio de Montparnasse, hemos visto de todo, sindicalistas de la enseñanza del analfabetismo, pacifistas guerreros, antimundialistas y demás ralea, pero la barbarie absoluta se manifestó el pasado sábado 13.

No es que faltara barbarie en otras manifestaciones, pero esta tecno-parade fue un aquelarre. Primero, debido al ruido, un ruido horrendo, un ruido que te vuelve loco, un estertor que es la negación de la música, pero también debido a todos esos hinchas alucinados que corrían por el barrio en nutridos grupos, como si buscaran al árbitro para matarle. Y esa explosión de mal gusto y supina vulgaridad ¿por quién piensan ustedes que estuvo presidida?. Pues nada menos que por el ministro de Cultura, Jean-Jacques Aillagon, junto al alcalde Delanoe –forófo, éste de todo lo que sea popularmente anticultura. ¡Cuidado! Yo no pretendo ser “elitista”, y para limitarme a dos ejemplos, diré que Chaplin fue un gran artista inmensamente popular, y, en Francia, Edith Piaf fue una buena cantante, asimismo muy popular. Pero esto, no.

¿Cómo extrañarse de la decadencia y mal gusto de la seudo cultura oficial gala, cuando se sabe que Jack Lang, cuando era ministro de “eso”, propuso subvencionar las pintadas “tag” en los muros de París y provincias, como manifestaciones de “arte popular”? Desgraciadamente, ni siquiera este fenómeno bárbaro puede circunscribirse en el marco de la “excepción cultural francesa”, ya que en diferentes capitales occidentales ocurre lo mismo o incluso peor. Pese a todos sus defectos, yo no concibo a Malraux haciendo el payaso de esa forma. Another Season. Another Reason.

Otra manifestación de barbarie, más antigua ésta, fue la fiesta de L’Humanité, el periódico del PCF. Aquí también se dio gato por liebre, porque ese diario anticapitalista y portavoz de la clase obrera, dicen, sin lectores, se ha vendido al Gran Capital, según su jerga: TF1, los tanques y misiles matra, Hachette, etcétera. Desde luego, ese mismo sábado, eran muchísimos menos que en el bárbaro desfile de la tecno-parade, lo cual no les impidió decir barbaridades. Si la secretaria nacional, Marie-Georges Buffet, se creyó muy leninista al preguntar continuamente “¿Qué hacer?” –título de un folleto de Lenin–, las vedettes fueron José Bové, (definitivamente convertido en frac que se alquila para las fiestas), y el presidente de los marxistas-leninistas de ATTAC, trasladado de la dirección del PCF a dicha presidencia hace pocos meses.

No estoy seguro de que, por motivos de horario, hayan podido celebrar el fracaso de Cancún, como sus camaradas presentes en México lo hicieron. Estas ONG reaccionarias, que incordian cada vez más, habría que pararlas los pies. No estoy pensando en prohibiciones, sino sencillamente en cortarles las subvenciones. Pero ¿quién lo va a hacer ya que sólo son monigotes mercenarios al servicio de ciertos intereses y estados? Una vez más, se verifica el doble lenguaje francés: se lamenta aquí el fracaso de la Cumbre de la OMC, se insiste en la ruptura entre Norte y Sur, países ricos y pobres, presentándose como amigos del Tercer Mundo, cuando son sus peores enemigos, no sólo en cuestiones agrícolas o comerciales, sobre todo debido a su política colonialista en África. Otra barbarie.


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