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Carlos Semprún Maura

La carrera de Sarkosy

Como toda la prensa había dedicado últimamente sus páginas, sus imágenes, sus comentarios al “caso Juppé” y, en segundo lugar, al aquelarre en torno al velo islámico, casi pasó desapercibida la anécdota del Ministro de Interior huyendo a la velocidad de un campeón –local– de cien metros, ante un nutrido grupo de jóvenes energúmenos que querían darle una paliza. Esto ocurrió una tarde de la semana pasada, durante una de las visitas que realiza en los “barrios difíciles”. Ésta fue en pleno centro de París, en Les Halles. No es frecuente ver a un ministro salir corriendo, mal protegido por sus guardaespaldas, pero la actualidad, la autocensura de los medios y los “consejos” del Gobierno, lograron ningunear el evento. Se habló de ello, pero deprisa y corriendo.
 
Pues me parece muy sintomático, porque pese al éxito de su autobombo, pese a que muchos ya le consideren candidato a las próximas presidenciales de 2007, que los sondeos le sean muy favorables, sus “éxitos” reales son desastres: en Córcega hay más atentados que nunca, su creación del Consejo del Culto musulmán ha impulsado a los más integristas, que pretenden convertir Francia en República islámica. En cuanto a la seguridad en las calles, ha podido constatar personalmente que ni los ministros están a salvo de abucheos y pedradas. Ocultada, la carrera de Sarkosy huyendo de los yándalos no parece, por ahora, haber obstaculizado su carrera política. Se decía que Alain Juppé era el único buluarte que podía frenar sus ambiciones presidenciales, e incluso se rumorea, pero off the record, que la condena es una ganga para el ambicioso Sarkosy. Depende. Si en el segundo juicio se confirma, más o menos, la extravagante condena a Juppé, pues sí, tendrá que dimitir de todos sus cargos electos pero, por ahora, lo único evidente es que dicha condena le ha dado a Juppé más popularidad que nunca, como pudo constatarse este domingo, durante el Congreso de la UMP, en la Puerta de Versalles, en donde hay un inmenso local que sirve tanto al Salon des Livres como a ferias agrícolas, sin aludir a nadie.
 
La difunta Françoise Giroud, conocida periodista, y efímera Ministra de Cultura de Giscard D’Estaing, declaró una vez que pese a su precio por Michel Rocard, éste no sería Presidente de la República, porque no correspondía a la imagen de padre que exigen los franceses para sus Presidentes. “Será el primero de la clase, el más listo de los hermanos, lo que sea, pero padre, nunca”, vino a decir más o menos. No le faltaba razón, a mi modo de ver. A lo que debo añadir que jamás se ha conocido a un político de primera fila, tan torpe políticamente, como Michel Rocard. Pues a Sarkosy le pasa lo mismo, pese a ser mucho más voluntarioso y hasta frenético, que Rocard, de  padre, nada. Y además, o, sobre todo, como Ministro de Interior no da pie con bola, y eso, pese a la eficaz propaganda, no va a tardar a ser evidente para todos.

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