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Carlos Semprún Maura

La guerra del plátano

Hacen votar democráticamente a los muertos, Cervantes, Shakespeare, Goethe, Dante y algunos más, votan “sí” a la Constitución Europea. En cambio, el Gran Satanás yanqui, es un imperialismo anticultura y estandarizado

Vaciaron los casinos de provincias, los asilos de ancianos, las academias de chotis, de billar, de bellas artes, de lenguas indoeuropeas, vaciaron los clandés (burdeles clandestinos), les pusieron corbata, peluca, dientes postizos, pero en porcelana de Limoges, les metieron en ambulancias, les soltaron en el patio del Elíseo, y de allí, con tambores y al paso de la oca, les condujeron al gran salón de actas del Palacio, donde el Presidente Chirac, inspirado por Nepomuceno, les exhortó: ¡Sois bananas unidas y diversas y lucháis contra la estandarización de los plátanos!”. Hablan de cultura pero se refieren a la guerra del plátano, o de la soja, exaltan los aranceles, defienden la autarquía, las tasas aduaneras, protegen tan firmemente sus artes y letras que las ahogan, las estrangulan y las prostituyen. Hacen votar democráticamente a los muertos, Cervantes, Shakespeare, Goethe, Dante y algunos más, votan “sí” a la Constitución Europea. En cambio, el Gran Satanás yanqui, es un imperialismo anticultura y estandarizado. Buena prueba de ello es que Oliver Stone y Woody Allen, pongamos, realizan perfectamente las mismas películas. Y no satisfechos con haber hecho el ridículo por la mañana en el Palacio del Elíseo, repiten y han el memo por la tarde en la Comedia francesa. Comparado a ese espectáculo repugnante, el Gran Hermano es un producto cultural y humanista.
 
Bueno, digamos que se trató de una mera operación de marketing a favor del “sí”, y el “sí” gana ahora en los sondeos. Desde luego todos los medios han lanzado sus armas de destrucción masiva a favor del “sí”, y cuando de vez en cuando se invita a un partidario del “no”, es tan bestia que resulta ser un excelente propagandista a favor de la Constitución. Pero no vayan a creerse que porque aumenta el “sí” (52%) en los sondeos, es porque los franceses, de pronto, se han convertido en europeos, de eso ni hablar, se debe sencillamente porque se han dejado convencer de que gracias a esta Constitución francesa, de inspiración francesa, escrita en francés y defendiendo los valores franceses, Francia será más fuerte y poderosa y dominará Europa y por lo tanto el mundo. Por ejemplo: el paro en Francia es el más alto de Europa, da lo mismo, siendo un paro francés es necesariamente el mejor paro del mundo. Y, sin embargo, un simple dato demuestra el aquelarre burocrático europeo: hace dos años el gobierno Raffarin, decidió disminuir el IVA de los restaurantes del 19,5 % al 5,4 %. La Comisión y varios gobiernos de la UE dijeron no. Hoy, la presidencia luxemburguesa dice sí, pero para que esa disminución pueda ser efectiva los 25 países de la UE tienen que aprobarla. Si tan complicado y difícil resulta aplicar una modesta reformita sectorial, imagínense lo que va a ser de esta Constitución, ponerse de acuerdo sobre problemas graves como defensa, política exterior, o incluso la simple liberalización de servicios. Será sencillamente imposible.
 
Fue un 1º de Mayo emblemático. Era domingo, hacia buen tiempo y además en periodo de vacaciones por lo tanto los desfiles fueron esqueléticos. ¿Cuál fue la reivindicación unitaria y mayoritaria? La decisión del gobierno, aprobada por el Parlamento, de convertir el Lunes de Pentecostés de festivo en laborable. A todas luces, una infamia.

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