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Carlos Semprún Maura

Las cacerolas metafísicas

Los señores Strauss-Kahn, Dumas, Fabius, Cambadelis, Lang, Emmanuelli, Le Guen y otros chicos del montón, o sea, de la plana mayor del PS, han tenido líos con la Justicia. Desde luego, los motivos son diferentes, algunos han sido levemente condenados, otros absueltos, en ciertos casos las peripecias judiciales, aún no han concluido, puede que no se pueda comparar a Laurent Fabius, procesado por la tragedia de la sangre contaminada cuando era primer ministro de Mitterand (absuelto); con Emmanuelli, condenado (levemente) por estafas, pero no para él, sino para el PS cuando era su tesorero; con Strauss-Kahn, Cambadelis o Dumas, procesados por haberse metido indebidamente dinero ajeno en sus propios bolsillos. Pero bueno, resumiendo mucho, me parece indecente que el PS juegue a presentarse, con cierto éxito, como incorruptible, cuando es mentira.

Reelegido Presidente con el 82% de los votos, Chirac es intocable, pero los fiscales socialistas, apoyando a jueces adictos, vuelven a investigar a algunos de sus antiguos colaboradores, cuando era alcalde de París y presidente del RPR. No sueltan prenda. Todo el mundo sabe, pero finge ignorarlo cuando se trata de su propio partido, que durante años, los desaparecidos militantes fueron sustituidos por funcionarios, a lo que hay que añadir el vertiginoso aumento de la carestía de todo: publicidad, televisión, campañas electorales, etc. Los partidos, para existir, necesitaron fortunas, y para obtenerlas, fue imprescindible hacer trampas. Todo esto es archisabido, hubo procesos, debates en el Parlamento, amnistías, para llegar a subvenciones estatales antes inexistentes. Pero, como estas son insuficientes, teniendo en cuenta los despilfarros, las estafas, comisiones ocultas, mordidas, aunque menos descaradas que antaño, continúan.

Es evidente que en la alcaldía de parís se hicieron trampas, y como es la alcaldía más importante de Francia, las trampas estuvieron a su altura: por ejemplo, militantes del RPR cobraban salarios de empleados municipales, sin serlo y otras cositas mucho más sabrosas. Pero eso ocurría en todas las alcaldías y centros de poder regionales o nacionales. Un amigo mío, profesor de filosofía, con destino entonces en Reims, capital del champán, con bella catedral gótica, me contaba que habiendo sido elegido un alcalde comunista (por poco tiempo) –gracias a la ola “izquierda unida” de principios del mitterandismo–, los empleados municipales pasaron de 300 a ser 3.000 exclusivamente dedicados a las basuras de la Historia. Lo mismo ha ocurrido en todas partes, repito, pero lo curioso del caso es que en esa política virtual de rumores e infundios, la izquierda siempre gana, y sus condenados por estafas, trampas electorales (Lang) mordidas y demás porquerías, siguen dando lecciones de moral al mundo entero.

En el Parlamento, el primer ministro Raffarin criticó el simplismo de Estados Unidos en política internacional. No hay Bien, no hay Mal, y repitió lo dicho por Chirac, en cuanto a una eventual guerra con Irak: habría que agotar las posibilidades de negociación y de todas formas la ONU debería tener la última palabra. ¿Qué van a decir, ya que Francia no tiene ejército?

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