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Carlos Semprún Maura

Las esposas de los presidentes

El protocolo prevé que, además de los rituales discursitos de bienvenida y despedida, se aíslen una hora en un despacho para la entrega del código de las armas nucleares, que habrán aprovechado para insultarse profusamente.

Ha tenido lugar en el Palacio del Elíseo el traspaso presidencial de Jacques Chirac a Nicolas Sarkozy. El protocolo prevé que, además de los rituales discursitos de bienvenida y despedida, se aíslen una hora en un despacho para la entrega del código de las armas nucleares, que habrán aprovechado para insultarse profusamente. Luego tendrá lugar el ritual recorrido por la avenida de los Campos Elíseos, y depósito de una corona de flores en la tumba del Soldado Desconocido. Sarkozy innovará yendo después al monumento del Bosque de Bolonia, para rendir homenaje a los 34 jóvenes resistentes matados por los alemanes en una encerrona, pocos días antes de la Liberación de París, en agosto de 1944. Y más tarde estará en Berlín, reunido con Angela Merkel. No quiere perder tiempo.

En vez de comentar esos eventos oficiales, se me ha ocurrido decir dos palabras sobre las esposas de los presidentes, empezando por la del general De Gaulle, "Tante Ivonne", como la llamaban los franceses con cariñosa ironía. Fue una señora discreta, enemiga del mundanal ruido y muy católica. Impidió con energía que se divorciaran un par de ministros del general, porque su fe no toleraba el divorcio, y protestó oficialmente porque había demasiadas putas en las calles de ciertos barrios de París. Tengo un grato recuerdo personal de ella: escribió una carta con membrete de Palacio para protestar contra las groserías contenidas en una de mis obras radiofónicas, retransmitida por la cadena France-Culture. Eran "groserías" corrientes y molientes, que su marido seguramente usaba en privado, pero Tante Ivonne no admitía que se utilizaran en una cadena estatal y cultural francesa. Cuando murió su marido, se retiró a vivir en un convento.

Claude Pompidou fue exactamente lo contrario: juerguista, aficionada a las artes (y a los artistas) y a las fiestas, pero privadas, no oficiales. Confesó a una amiga periodista que si bien no podía oponerse al triunfo de su marido en las presidenciales, si ganaba sería una catástrofe personal para ella.

La esposa de Giscard fue tan discreta que hasta he olvidado su nombre. En cambio, Danièlle Mitterrand fue y sigue siendo un desastre. Para quitársela de encima, Mitterrand le regaló un chupete: la Fundación France-Libertés, que se dedica a lamerle las barbas a Fidel Castro y a los terroristas musulmanes.

Bernadette Chirac ha sido la más activa de las "presidentas" hasta la fecha. Ha patrocinado y presidido varias organizaciones caritativas, es concejala regional del departamento de Corrèze, intervino varias veces en los medios con cierto éxito y, al contrario de su marido, que no ha dicho ni mú, ha participado a la campaña de Nicolas Sarkozy. Pero Cecilia Sarkozy está como para parar mil trenes...

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