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Carlos Semprún Maura

Las manos sucias

Mi infinita maldad personal se felicita porque al padrino mafioso Julen Madariaga se le vea, por fin, en calzoncillos y con las manos sucias.

Hemos evitado por los pelos un gravísimo incidente diplomático entre Francia y España. Y lo hemos evitado milagrosamente gracias a una equivocación, un lapsus, de Dominique de Villepin, el cual queriendo echar en cara su cobardía a Rodríguez Z., se equivocó, y se lo echó en cara a François Hollande. Pero lo hemos evitado por ahora; todo peligra aún porque Hollande ha exigido disculpas y, ¿qué pasará si De Villepin responde: "En efecto, el cobarde es Rodríguez, usted es sólo un mentiroso, un demagogo y un cabrón"? Teniendo en cuenta los ataques violentos y diarios que sufre el primer ministro galo (por culpa suya) tanto desde las filas de su mayoría, como desde las de la oposición, es lógico que esté nervioso, se enfurezca y se equivoque de apellido. El incidente de ayer en la Asamblea Nacional no tuvo nada de extravagante. Cosas así ocurren a menudo, y hasta cosas peores. A veces el recinto parlamentario se convierte en un campeonato de boxeo, pero teniendo en cuenta el ambiente de crispación de este fin de reino, también es lógico que cualquier incidente se exorbite. Yo, desde luego, jamás había visto a De Villepin tan simpático.

Resumiendo los hechos, puede decirse que después del turbio asunto inconcluso de Clearsteam y de las dificultades surgidas en el proyecto de fusión de Gaz de France (GDF) con Suez, la crisis de EADS constituye la famosa gota de agua que hace desbordar el régimen. EADS es una empresa europea, sobre todo francoalemana, que produce y vende armas, pero también aviones civiles. Es precisamente el gigantesco retraso en la construcción del nuevo Airbus, y las curiosas ventas de acciones y stock-options poco antes del anuncio oficial de dicho retraso por parte de dirigentes –concretamente, de Noel Forgeard, co-presidente de Airbus–, lo que ha provocado la crisis, y la consiguiente caída de los valores en la bolsa. El estado francés, con un 15% del capital de EADS, tiene voz y voto en el asunto, sobre todo tratándose de material estratégico. François Hollande, ayer, le echó la culpa de todo al Gobierno, hasta del montaje empresarial –montaje creado, por cierto, bajo la autoridad del anterior gobierno socialista de Lionel Jospin–, lo que enfureció a Villepin. Pero resulta que éste acababa de recibir el informe sobre la detención de la red de extorsión de ETA y comprobado la cobardía manifestada por Zapatero ante este "ataque frontal al proceso de paz" (Otegi), y confundió los apellidos de los dos camaradas de la IS (no Intelligence Service, sino Internacional Socialista). Esto es lo que debió ocurrir, digo yo...

No "ataque frontal a la paz", puesto que no hay paz, sino rendición sin condiciones. Y esto, que quede bien claro, no se hubiera producido sin una voluntad política francesa, que empieza a tomarse en serio las chulerías de ETA, que habiendo puesto de rodillas al gobierno español, cree que va a hacer lo mismo con el francés. Hace algunos años tuve ocasión de escuchar durante una hora, por televisión, a la juez antiterrorista Laurence Le Vert, encargada de ésta y otras operaciones anti ETA. Para mí fue una sorpresa: jamás nadie, en Francia, había hablado tan inteligentemente de los métodos y objetivos de ETA, ni afirmaba con tanta claridad su voluntad de combatirla.

En el desconcierto generalizado de las autoridades zapateristas ante esta "traición" gala, reservemos un pésame particular al patético El País, que intenta explicarnos que si hubo cartas de extorsión que llegaron después de la "tregua" la culpa la tiene Correos. Mi infinita maldad personal se felicita porque al padrino mafioso Julen Madariaga se le vea, por fin, en calzoncillos y con las manos sucias.

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