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Carlos Semprún Maura

Lunes uno

Ségolène Royal sigue siendo popular entre los electores socialistas, aunque menos que el alcalde de París, Bertrand Delanoë. Pero para su desgracia en el aparato se dibuja un frente anti-Royal cada vez más fuerte.

Los Garzo, Isabel y Miguel, siempre se van de vacaciones en agosto. Rosa era quien se quedaba de portera, pero como está romántica y misteriosamente embarazada, dos colegas la han sustituido este mes de agosto, una para el correo, la otra para planchar mis camisas. Y es así como he descubierto que justo enfrente de mis ventanas, del otro lado del patio, que aquí se llama, muy británicamente, square, había tres porteras, las tres jóvenes, las tres guapas, las tres portuguesas. Esta noticia no frenará el huracán Gustavo, ni resolverá los problemas del PS, pero como tía Mercedes me dice que siempre estoy despotricando contra todo y contra todos, he querido comenzar esta carta con un ramillete de tres rosas portuguesas.

Según los comentarios que he leído y oído sobre la universidad de verano del Partido Socialista, celebrada este fin de semana en La Rochelle (no hubo ni universidad, ni verano), las principales figuras del PS habrían aprovechado para dibujar alianzas de cara al congreso de noviembre. François Hollande, aún primer secretario, pero que cederá su cargo en dicho congreso, habría pronunciado un "magnífico discurso" que le situaría como posible candidato para las presidenciales de 2012, y la tremebunda Martine Aubry habría realizado un comeback impresionante. A mi me ha parecido todo un lío padre, aunque algunas de las cosas dichas pueden ser verdad. Es cierto que Ségolène Royal sigue siendo popular entre los electores socialistas, aunque menos que el alcalde de París, Bertrand Delanoë. Pero para su desgracia en el aparato se dibuja un frente anti-Royal cada vez más fuerte, y es Martine Auby, representante de lo más autoritario, carcamal y burocrático del PS, quien espera encabezar dicho frente. La duda es: ¿lo hará con o contra Delanoë? Otro problema.

Estas tradicionales "universidades de verano" se calificaban así porque constituían debates de ideas, discusiones más o menos teóricas, pero este agosto hay que buscar las ideas con lupa. Todos gritaron que la unidad es indispensable mientras conspiraban para que el nuevo primer secretario sea el que más les favorezca.

Pero el Gobierno también parece haber agotado sus ideas y sus reformas. Entrevistado en Europe 1, esta mañana, el primer ministro, François Fillon, aparentó optimismo, pero reconoció que el crecimiento económico no superaría el 1%, y que habían iniciado todas las reformas posibles. Ni una más. Pero resulta que la última, el impuesto sobre el capital para financiar la RSA, es de lo peor y de lo más sociata. Fue Michel Rocard quien lanzó el RMI, limosna estatal para ayudar a quienes buscan trabajo; el actual RSA (siglas que no tienen el menor sentido) pretende ser lo mismo, pero mejor. La práctica ha demostrado que quienes recibían el RMI, se lo llevaban al bolsillo encantados, pero no buscaban trabajo. ¿Para qué, si cobraban sin currar?

Los jefes de los 27 estados miembros de la UE se han reunido este lunes por la tarde, en Bruselas, para resolver los problemas del Cáucaso. En mi próxima carta comentaré los resultados de tan histórica cumbre.

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