De nuevo, y de manera cada vez más exorbitada y huera, se ha entablado una polémica en torno a la figura del difunto Presidente. ¿Fue bueno o malo? ¿fue realmente de izquierdas? ¿fue antisemita? No contento con haber presidido la izquierda francesa durante casi treinta años y Francia durante catorce, todavía solivianta los ánimos. El pretexto esta vez, es ¡otro! libro sobre François Mitterand, de Georges-Marc Benamou: “Jeune homme vous ne savez pas de quoi vous parlez” (“Usted no sabe de lo que habla, joven”). Casi todos los comentarios en la prensa giran en torno a lo que Mitterand podría haber dicho a Jean d´Ormesson, durante uno de sus desayunos, que se han convertido en el non plus ultra de la vida política. Antaño, fueron los banquetes patrióticos, siglos ha, fueron los salones, y los bailes, en los que se intercambiaban secretos y se destruían o construían famas. Ahora son los desayunos. (Por eso no he llegado a nada en política, no desayuno).
Ya al cabo de su presidencia, Mitterand convidó a d´Ormesson a desayunar al Elíseo, y como éste aludiera a la reciente campaña de críticas contra él, debido a su pasado de colaborador del régimen pro-nazi de Vichy, Mitterand soltó: “Esto sólo demuestra la existencia de un potente y nocivo lobby judío”. (D´Ormesson relata este desayuno en su libro “El informe Gabriel”).
Cuando salió el libro de d´Ormesson, y ahora con el de Benamou, toda la polémica gira en torno a saber si hablar de un lobby judío en Francia, es antisemita. ¡Es perfectamente ridículo! Será falso o exagerado, pero no antisemita. En cambio, si no lo es, se parece mucho tratar de potente y nocivo a dicho lobby. Esos adjetivos sí que tienen un tufo de vieja propaganda antisemita, sobre la eterna y malvada conspiración de los “Sabios de Sión”. Pues no, se olvidan los adjetivos “potente” y “nocivo” –o sea peligroso–, y se quedan con “lobby”. Me parece de todas formas exagerado y basta ver cómo, cada vez que el eterno conflicto entre Israel, los palestinos y los países árabes, se ensangrenta, como actualmente, la prensa se llena de llamamientos de judíos, los unos a favor de Israel, los otros a favor de los palestinos. Es sólo un ejemplo.
Además, como en otros países, existen en Francia, diferentes “lobbies”, que no siempre se circunscriben a los límites de los partidos. El “lobby” de los enarcas, procedentes de la Escuela Nacional de Administración, y que pululan en los ministerios, la administración, los altos funcionarios; el lobby masón, mucho menos potente que hace cincuenta años o más, pero que aún tiene influencia y no se limita a transmitir informaciones confidenciales al semanario satírico “Le Canard enchainé”; existió un lobby prosoviético, mucho más amplio que el PC, o incluso el PS, subvencionado por el KGB, y un larguísimo etcétera de lobbies. Georges-Marc Benamou fue del lobby mitterandista, mientras vivió el presidente.
Pierre Bergé, director de la casa Yves Saint-Laurent, convertido al mitterandismo por arte y gracia de Jack Lang, si j´ose dire, le regaló (a Benamou) un semanario, Globe, y el muy joven periodista logró hacer de esta publicación la peor de todas las que existían en Francia. Eso no le impidió, al revés, formar parte del círculo de íntimos del Presidente. Muerto éste, hay que rentabilizar tanta coba. El Presidente muerto, algunas críticas pimientan la sopa. Benamou no sabe lo que dice, pero sí lo que hace: esta polémica será útil para vender su libro.
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