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Carlos Semprún Maura

No a la guerra, sí al petróleo

El jueves pasado, France 3 le ofreció una emisión especial al Primer Ministro, y éste domingo la misma France-Europe-Express, permitió a tres diputados de la oposición, responderle. Estos, Ayrault, socialista, Braoudzec, comunista, y Cochet, verdes, estuvieron lamentables. Raffarin, desde luego, reafirmó que Francia se vio obligada a declarar que el “no a la guerra” del presidente Chirac era magnífico, y que el prestigio de Francia y de su Presidente se ha alzado hasta la estratosfera, pero lo esencial de su intervención giró en torno a las reformas y, claro, fue un chasco, porque no hay reformas. Se discuten, se planean, se las manosea, se las critica, se las acaricia, pero no se realizan. Reforma de la Seguridad social, de las pensiones, del Estado, de la “descentralización” (con el peligro de la doble administración, doble burocracia y el consiguiente aumento de impuestos), nuevo “estatuto” para Córcega, etcétera, nada de todo eso se ha llevado realmente a cabo, ni siquiera iniciado. Sólo discursos.

Los diputados de la oposición dijeron, claro, que la situación era catastrófica y que todo ha empeorado desde que existe el Gobierno Raffarin. Pero se limitaron a las consabidas encantaciones antiliberales, cuando éste gobierno nada tiene de liberal, y hubiera sido fácil demostrarlo. El comunista, recién salido del caótico congreso de los residuos del PCF (¿cómo guisar cocido sin carne soviética?), se distinguió de sus colegas, negándose a reconocer que los USA sean una democracia. Lógico, para él el modelo de democracia seguirá siendo la difunta URSS. Los tres diputados de la oposición se mostraron sin proyecto alternativo y muy divididos, y con viejos rencores. Menos mal. A propósito de la unión de la izquierda, en Europa, Christine Ockrent, la responsable de dicha emisión, quiso dar el ejemplo español, y había invitado a “la directora de una revista madrileña”, dijo. ¿Qué revista será?, me pregunté. Y resultó ser, nada menos que La Guía del Ocio, la conocida revista teórica de la izquierda unida, jamás vencida, quién profirió las habituales sandeces de nuestra progresía, y pronosticó apabullantes victorias para el PSOE y la IU, no sólo en las próximas, sino en todas las elecciones hasta el fin de los siglos.

A medida que prosigue la victoriosa intervención militar de las tropas anglonorteamericanas en Irak, por ahora modélica –aunque también sea cierto que no encuentran resistencia encarnizada–, va cambiando el tono antiyanqui, tanto en las redacciones como por parte de la mayoría y de su Gobierno. “No hay que equivocarse de enemigo, los USA no lo son”, se ha convertido en el latiguillo de todos. Desde luego, esto es más perceptible en los discursos oficiales que en los medios, que siguen siendo mayoritariamente proiraquíes. Estos días, la prensa gala notaba con ironía que el canciller Schröder decía lo mismo en el Bundestag, cuando ya se habían alejado del antiyanquismo galo, como dejamos dicho. La eterna historia de la paja y la viga. Yo no sé hasta qué punto los gobiernos de Alemania y Francia –éste sobre todo– se dan cuenta de su absoluto cinismo: no queríamos esta guerra, no hemos participado, pero que nadie intente apartarnos del “reparto del botín”, de la “reconstrucción”. No a la guerra, pero sí al petróleo.

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