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Carlos Semprún Maura

No es eso, no es eso

Dicen que eso dijo el maestro, Ortega y Gasset, desilusionado con la segunda República; y, efectivamente, no lo era. Pues yo, lo mismo digo del Gobierno Raffarin, y respetando las jerarquías, del Presidente Chirac. A diferencia de Ortega, yo no me hacía demasiadas ilusiones y, por lo tanto, no me siento defraudado. Ahora bien, basar toda una política en la represión... pues, francamente “no es eso”. Es cierto que el Gobierno francés tiene apenas tres meses de existencia, lo suficiente, sin embargo, para crear esperanzas e interés, y también lo es que la “Francia de abajo”, como así la califica con paternal desprecio la “Francia de arriba”, manifestó en las últimas elecciones inquietud ante el aumento de la inseguridad y la delincuencia, malestar ante los problemas de la inmigración, temor a la burocracia europea, y cabreo por la congelación de los salarios. Era, pues, tan lógico como anunciado que las primeras medidas fueran represivas, pero si al superministro Nicolas Sarkosy se le ve mucho en la tele, nada parece haber cambiado, por ahora, salvo el discurso oficial: represión, represión, represión, contra los delincuentes, las bandas organizadas, el tráfico de armas y de drogas, los accidentes de tráfico, las prostitutas (las extranjeras, a las bretonas, me imagino que se les concederá la Legión de Honor), contra la pornografía donde sea y, ante todo, en la televisión. Nuestros censores son tan viciosos que han descubierto que se ponían más de 900 películas porno al mes por la tele. No sé de dónde sacan tales cifras, a menos que califiquen de pornográficas todas las emisiones que no les gustan. En tal caso, yo sería aún más severo, ya que considero “pornográficas” al 80% de las emisiones, y mediocres las demás.

Una política represiva tiene dos armas: la policía y la Justicia, y en este sentido, lo que con algún aspaviento ha intentado agitar la oposición, sin demasiada energía, es aquello de “la cárcel para niños de 13 años”. Dickens, el Hugo de Los Miserables y algunos más, fueron evocados, sin real éxito. Porque no se trata de eso, sino de la creación de centros especializados de “detención y educación”, reza el proyecto de ley, para menores reincidentes, algunos armados, que han robado y violado, evitando que sigan impunes en las calles o que vayan a la cárcel, en donde, precisamente, se convertirían de entrada en huríes de otros presos, y en algunas cositas más. Qué serán realmente dichos centros, queda por ver.

Pero y ¿la reforma del Estado, la disminución de su burocracia, la reforma de la enseñanza, la descentralización, la flexibilidad laboral, las privatizaciones, etc? Se mantiene la promesa de una disminución de los impuestos, pero los precios suben: electricidad, teléfonos, transportes, gasolina, todo aumenta, como siempre, por cierto, en este periodo veraniego. Se habló de una disminución del número de funcionarios, pues están aumentando considerablemente: gendarmes, policías, jueces, magistrados, profesores, en breve funcionarios de prisiones especializados en menores (no todos obligatoriamente pederastas), y ¡lo que te rondaré morena!. En realidad, más que el “no es eso”, del filósofo, se podría resumir las cosas, hoy por hoy, con el “siempre lo mismo”, del tabernero.

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