La periodista de Libération, Florence Aubenas y su intérprete iraquí, Hanun Al Saadi, han desaparecido en Bagdag desde hace más de un mes. Giuliana Sgrena, corresponsal de Il Manifesto fue capturada hace unos días por un grupo de hombres armados y encapuchados ante testigos que no hicieron nada, salvo, tal vez, aplaudir. Todo es posible en Irak. En el caso de la periodista italiana, dos grupos terroristas diferentes han reivindicado el secuestro exigiendo la retirada de las “tropas” italianas de Irak. En el caso de Florence Aubenas, nada, silencio absoluto, hasta el punto de que yo me he preguntado si no sería una desaparición voluntaria para realizar clandestinamente un reportaje sobre la “admirable resistencia iraquí”.
Tampoco es imposible que lo peor haya ocurrido y que nunca se encuentre un cadáver. En Irak todo es posible. En bastantes medios se insiste en el hecho de que ambas son periodistas “de izquierda”, antiyanquis y firmes partidarias de la “insurgencia”, y que, por lo tanto, no merecen ser secuestradas. Lo cual significa que los periodistas y ciudadanos norteamericanos y británicos, pongamos, incluso si no están de acuerdo con la política de sus gobiernos, si se merecen ser decapitados. Además de ser infame, es imbécil, porque no tienen en cuenta el simple hecho de que para los terroristas islámicos, sean estos iraquíes, jordanos, sirios o iraníes, estas dos periodistas, sean o no “de izquierdas”, son infieles, y además, mujeres. También tercia, en estos como en otros casos, la cuestión del dinero. Según “Reporteros sin fronteras”, para todos los periodistas liberados por los terroristas, siempre se ha pagado una fianza, aunque lo nieguen sus gobiernos. Esta asociación no es muy de fiar, pero en este caso es muy probable que tengan razón.