La imbecilidad chovinista franchute no tiene límites salvo uno, su monótona repetición. Apenas surgen “rumores” de OPA hostil de PepsiCo hacia el grupo internacional, pero con mando francés, Danone (yogur, otros productos lácteos, agua mineral, gaseosas, etcétera) y los políticos se lían el manto a la cabeza, los editorialistas se olvidan del clima, los medios se estremecen y las acciones Danone se disparan al alza en la Bolsa. Todos, empezando por Laurent Fabius y su eterno rival Dominique Strauss-Kahn, para el PS, diputados de la UMP, los sindicatos, todos, vaya, unánimes chillan: “¡Salvemos el yogur francés!” No se trata sólo de una que una empresa francesa, por próspera e internacional que sea, se vea fagocitada por una empresa extranjera, el escándalo proviene porque esa empresa es norteamericana. ¡Go home, Gran Satanás! En numerosas ocasiones, el discurso oficial se ha felicitado cuando el “capital extranjero” invierte en Francia, considerando que eso demuestra la buena salud de su economía, el atractivo de sus prostitutas y la supremacía de sus quesos, pero harina de otro costal resulta si el capital es norteamericano. El cretinismo antiamericano no se detiene en contradicciones, y aún menos en incoherencias, porque, evidentemente, el capital yanqui está presente en Francia, hasta en el ultraprotegido, subvencionado y pésimo cine francés. Eso no impide que las “amenazas” (Le Figaro) contra Danone provoquen aspavientos y todos exigen que el Presidente Chirac, en nombre de la Patria ultrajada, declaré la guerra a Pepsi, Pues ni esa van a ganar...
Carlos Semprún Maura
¡Salvemos el yogur francés!
No se trata sólo de una que una empresa francesa, por próspera e internacional que sea, se vea fagocitada por una empresa extranjera, el escándalo proviene porque esa empresa es norteamericana. ¡Go home, Gran Satanás!
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