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Carlos Semprún Maura

¡Salvemos el yogur francés!

No se trata sólo de una que una empresa francesa, por próspera e internacional que sea, se vea fagocitada por una empresa extranjera, el escándalo proviene porque esa empresa es norteamericana. ¡Go home, Gran Satanás!

La imbecilidad chovinista franchute no tiene límites salvo uno, su monótona repetición. Apenas surgen “rumores” de OPA hostil de PepsiCo hacia el grupo internacional, pero con mando francés, Danone (yogur, otros productos lácteos, agua mineral, gaseosas, etcétera) y los políticos se lían el manto a la cabeza, los editorialistas se olvidan del clima, los medios se estremecen y las acciones Danone se disparan al alza en la Bolsa. Todos, empezando por Laurent Fabius y su eterno rival Dominique Strauss-Kahn, para el PS, diputados de la UMP, los sindicatos, todos, vaya, unánimes chillan: “¡Salvemos el yogur francés!” No se trata sólo de una que una empresa francesa, por próspera e internacional que sea, se vea fagocitada por una empresa extranjera, el escándalo proviene porque esa empresa es norteamericana. ¡Go home, Gran Satanás! En numerosas ocasiones, el discurso oficial se ha felicitado cuando el “capital extranjero” invierte en Francia, considerando que eso demuestra la buena salud de su economía, el atractivo de sus prostitutas y la supremacía de sus quesos, pero harina de otro costal resulta si el capital es norteamericano. El cretinismo antiamericano no se detiene en contradicciones, y aún menos en incoherencias, porque, evidentemente, el capital yanqui está presente en Francia, hasta en el ultraprotegido, subvencionado y pésimo cine francés. Eso no impide que las “amenazas” (Le Figaro) contra Danone provoquen aspavientos y todos exigen que el Presidente Chirac, en nombre de la Patria ultrajada, declaré la guerra a Pepsi, Pues ni esa van a ganar...
 
Ya puedeEl Paístitular: “Merkel viaja a Francia para reforzar el eje franco-alemán, ocurre exactamente lo contrario. Pero hace tiempo que ese diario se merece el Premio Nobel de la mentira. Yo no sé nada sobre Angela Merkel, salvo que nació y vivió en Alemania del Este, y que como Presidente de la CDU es candidata a la Cancillería en las próximas legislativas de septiembre, y si no se engañan los sondeos, lo será. No sólo por lo que indican los sondeos, ni porque los alemanes parecen hartos de Schröder, también es baza para ella que la izquierda va dividida a dichos comicios. Yo no sé nada de ella, pero desde luego sus declaraciones desde que es la candidata oficial de la CDU, me harían votar por ella si pudiera y su visita a París me lo confirma. Vino a poner los puntos sobre las íes a Chirac y a su mayordomo de Villepin: el eje (del mal) franco-alemán se terminó, y su subalterno y nefasto eje París-Berlín-Moscú aún más. Claro, con tono diplomático declaró que una alianza, ya veterana, franco-alemana era útil para la UE, pero no tal como es, con la hegemonía y arrogancia actuales, sino una alianza solidaria con los demás miembros y particularmente los pequeños países. Reafirmó su oposición a la adhesión de Turquía y partidaria de una “asociación privilegiada”. Rechazó, implícita y tajantemente la política antiyanqui de Chirac y recalcó la importancia de la alianza transatlántica, traicionada por Schröder, y el reforzamiento del papel de la OTAN. Con el único que pareció mostrarse ampliamente de acuerdo sobre estos, y otros, temas políticos, fue con el Presidente de la UMP, Nicolas Sarkozy. Con la diferencia, sin embargo, de que si es muy probable que “Sarko” sea candidato a las presidenciales de 2007, su elección será más difícil que la de Merkel, teniendo en cuenta de que la situación de todos los partidos franceses se asemeja a unpanier de crabes.

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