Menú
Carlos Semprún Maura

Sin novedad en el frente

Tradicionalmente, siempre ha existido oposición en Francia. Durante la IV República, se dijo que sólo había eso, oposiciones y crisis de gobierno, era muy exagerado, pero, luego, yo he conocido oposición a de Gaulle, a Pompidou, a Giscard, a Mitterand, y constato una increíble unanimidad a favor de Chirac, desde que se opuso a Bush, y las críticas, cuando las hay, conciernen a la política económico-social del Gobierno Raffarin y, sobre todo, sus timoratos intentos de reformas. En este sentido, hasta el canciller Schröder parece más decidido. Chirac realiza una breve visita a Níger y Malí, y los medios (de propaganda) afirman que ha realizado milagros, salvando ríos, fertilizado desiertos, cuando resulta que esos países conocieron, no hace mucho, dictaduras apoyadas por Francia, que fueron tumbadas “por las masas”, y se trataba, sencillamente de entablar con las nuevas autoridades relaciones tan rentables como las que existían con las anteriores.
 
En este tema de las oposiciones, del debate, la polémica, el caso del general de Gaulle es muy peculiar: cuando, debido esencialmente a la Guerra de Argelia, su vuelta al poder, en 1958, se hizo evidente, la izquierda se manifestó al grito de “¡El fascismo no pasará!” y de allí se pasó, inmediatamente después de su muerte, en 1969, a que toda la clase política, se declarara gaullista. También es cierto que la oposición al General, por parte del PCF y su sindicato la CGT, era totalmente hipócrita. Además de estar de acuerdo con su política exterior y su “amistad” con la URSS, los comunistas, mucho más potentes entonces, se beneficiaron de los favores de de Gaulle, el cual reanudó su política de los años de la Liberation promoviendo su influencia y poderío en importantes sectores de los llamados servicios públicos. Un escándalo, rápidamente sofocado, lo pone nuevamente de manifiesto: el comité de empresa de EDF, en manos de la CGT, había acumulado de manera fraudulenta, un gigantesco “tesoro de guerra”, que sirve para financiar al PCF, y a la propia CGT.
 
Vete a saber porqué, a menos que se trate del virus muy parisino de la moda, un sector del PS, y su portavoz Le Monde, parecen haber descubierto que Castro es un dictador. ¡A buenas horas, mangas verdes! La gauche divine organizó incluso un acto (en un teatro) con el lema: ¡Cuba sí, Castro, no!, en el que los oradores se metieron, como es lógico, mucho más con Bush que con Castro, y menos mal que estuvo presente Zoé Valdés, quien desmontó, una tras otra, todas las mentiras pronunciadas sobre “las grandes realizaciones sociales del régimen”, en materia de sanidad y de educación, basándose para ello, en su propia experiencia. Pero, claro, la prensa silenció totalmente la intervención de Valdés. Le Monde de este sábado 25, vuelve sobre el tema, con un largo reportaje sobre la vida privada de Castro, y “los problemas de sucesión”, y un editorial, que es un modelo de hipocresía: ¿cómo salvar al castrismo, después de Castro?
 
Ya tenemos un Quai François Mitterand, a orillas del Sena. Este domingo se inauguró la lápida, en presencia de las familias privadas y políticas del difunto. Parecía un cementerio de elefantes. Hasta habían contratado a un puñado de energúmenos del FN, para crear bullicio y demostrar que la política es un combate.
 

En Internacional

    0
    comentarios