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Carlos Semprún Maura

Sirios en la costa

“¡Hola, Carlos!”, me saluda Marisol, cuando entro en la librería, no en Madrid, sino en una aldea de dos mil almas del sur de Francia, al pie de la “cordillera de los moros”. Esta librería no tiene prensa española, salvo y muy misteriosamente “La Vanguardia”, pero sólo números atrasados. El otro día, al verificar la fecha, me llamó la atención un titular en primera plana: “Fulano (apellido de un capitoste catalanista, que no recuerdo) considera humillante que el Papa no hable catalán”. Lo que a mi me parece humillante es que tales sandeces se exhiban en un periódico español. Digo adrede español, porque, que yo sepa, no está escrito en catalán.

Este lugar, antaño salvaje y solitario, en donde paso, desde hace decenios, algunos días de vacaciones inciertas, sufre del mal endémico del turismo de masas y de la consiguiente invasión de veraneantes; en estas fechas, sobre todo alemanes, holandeses y belgas. En una conversación de sobremesa que giraba en torno a la miseria de los actores franceses, comparados con los norteamericanos, surgió entre otros muchos, el nombre de Johnny Depp y alguien murmuró: “Está aquí, con Vanesa Paradis, escondiendo (muy mal, por cierto) sus amores”. Para información de personas sensatas, precisaré que Vanesa Paradis (¡menudo seudónimo!) es un fenómeno circense: a los 14 años fue una estrella de la canción sin voz. Luego hay quienes despotrican contra las nuevas tecnologías.

En esta misma zona, el señor Hariri tiene una finca, pero ya no se le ve, no viene a descansar a este culito del mundo (lo hacía como dios manda, en helicóptero y en Rolls Royce), ahora como supermayordomo de los sirios o primer ministro del Líbano, ya no tiene tiempo. Todo lo dicho es cierto, pero en la casa de las colinas (¡Ciao, Pavese!) donde estoy, me aconsejan que tenga cuidado por las noches, los jabalíes rondan. El amo de Hariri, el presidente sirio Bachar el Assad, está en París en visita oficial. Ha sido muy bien recibido por el presidente Chirac, que fue el único jefe de estado occidental presente en el sepelio de su padre. Líbano y Siria fueron un mismo “protectorado” francés, entre las dos guerras mundiales, antes formó parte del imperio otomano, para no remontarme hasta las Cruzadas.

El caso es que Siria hoy es una dictadura que ocupa el Líbano, después de la tremenda guerra que sacudió este país, y que el régimen sirio es de lo peor que se conoce en la región, que sólo conoce dictaduras férreas, militares, islámicas, o islámico-militares (salvo Israel, que sigue siendo, pese a todo, una democracia). Pero los gobiernos franceses se creen que sus antiguas colonias siguen siendo suyas, y en África, pongamos, no les falta razón, ya que su neocolonialismo prospera. Pero Siria, para hacerse con el Líbano, asesinó a los cascos azules franceses y norteamericanos y al propio embajador francés en Beirut, Louis Delamare. De paso, recordaré, que intentaron liquidar, en varias ocasiones, la OLP instalada en Líbano, y asesinar a Yasir Arfat, sólo un detalle, para subrayar la “unidad sagrada de la causa árabe”. Luego, tras haber participado en la gran alianza contra Irak, durante la Guerra de Golfo, Siria se convirtió en un país “decente”.

El más sirio de los franceses es Chirac, pero sus amabilidades con el hijo del tirano, candidato a tirano, no deben funcionar del todo, ya que el Gobierno sirio se ve obligado a comprar páginas de publicidad en la prensa, para exaltar la amistad franco-siria. El clon de su padre, Bahar el Assad, después de haber declarado urbi et orbi que Israel era peor que la Alemania nazi, miente diciendo que sus palabras fueron deformadas por los malditos israelíes, que él sólo había hablado con el Papa de los sufrimientos del Cristo y del complot contra Mahoma. Si no me equivoco, aquello ocurrió antes del nacimiento de Hitler, pero también defendió el nazismo contra Israel, incluso ante José María Aznar, quién, por cierto, no protestó, o, en todo caso no oímos nada.

En “Liberation”, Jacques Amalric, pregunta: “ ¿Había que hablar con Bachar el Assad? Desde luego, aunque sólo fuera para saber lo que tiene que decir ¿ Había que recibirle con tantos honores? Desde luego que no”. Sencillamente, decimos algunos, porque Siria es una tiranía que no respeta a los más elementales derechos humanos. Pero ¿qué pintan esos “derechos humanos” ante la grandeur de Francia?.

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