El Presidente Chirac está en Trípoli para besar las manos del tirano Gadafi. No es el primer jefe de Estado occidental que lo hace. Desde que Libia decidió abandonar su programa nuclear e iniciar la apertura de su férreo capitalismo de estado al capital privado y extranjero, que suspira por sus generosas reservas de gas y petróleo.
Dicho con otras palabras, Gadafi ha abandonado su terrorismo internacional, para consagrarse a África, de la que pretende ser el líder máximo. Así es como intervino en el Chad, contra Francia, e interviene en Costa de Marfil, apoyando a los rebeldes musulmanes del norte, también contra Francia. Según el rito periodístico-diplomático, Le Fígaro publicó ayer, miércoles 24, una entrevista con Gadafi, ex jefe que fue de la "revolución mundial verde", en la que el tirano desbarra como de costumbre.
Lamenta, no faltaba más, la caída de la tiranía iraquí, que consideraba como un baluarte contra el terrorismo, fingiendo olvidarse de la ayuda que prestaba Irak, por ejemplo, al terrorismo palestino. Pero en este caso, Chirac llorará en brazos de Gadafi el fin del régimen "progresista" de Sadam Hussein y su arresto. En cuanto al conflicto israelo–palestino, reafirma que la única solución es la creación de un estado "para todos", dos estados sobran en un territorio tan pequeño, lo cual, traducido al castellano, significa la destrucción de Israel.
Como muestra de su desmadre, afirmó que hay que suprimir todos los ejércitos nacionales en África –culpables de golpes de estado, disturbios y corrupción– para crear un ejército único africano, cuyo comandante en jefe sería, aunque no lo diga, él mismo. Tampoco dice cómo va a lograr tal proyecto. Por lo demás, hace como que no entiende al ejército francés en África. pues se lo voy a explicar en pocas palabras: el ejército francés interviene para defender la "excepción cultural francesa", en ese continente.